Acumuladores de calor: ¿qué son y por qué son recomendables?

15 Octubre 2021 13:00 6 min

Tras las preocupaciones del aire acondicionado y los ventiladores, llega el frío y con él aparece en la ecuación la cuestión de la calefacción. ¿Cómo seguir ahorrando energía en invierno? Es una buena pregunta de la que depende gran parte de nuestro consumo.

De acuerdo con el “Análisis del consumo energético del sector residencial en España” dirigido por IDAE, calentar la casa nos supone el 53,13% del consumo total de energía que hacemos al año. Es una partida lo suficientemente importante como para meterle mano ¿no?

A la hora de reducir el gasto de la factura, lo primero que harás será elegir tipo de energía más interesante. Decidirás si optar por butano o gas natural; compararás los GLP con fuentes sostenibles como la aerotermia o la geotermia, e incluso pensarás en el suelo radiante.

De entre todas las opciones posibles, también tendrás en cuenta la calefacción eléctrica. Es el sistema más caro de todos por el precio de la energía, pero también el más fácil de instalar; no requiere hacer obras.

Es verdad que para hacer uso de ella es recomendable aumentar la potencia contratada, y que tendrás que mantenerte más atento a lo que consumes para no tener sustos a final de mes. Pero al margen de eso, su compatibilidad con casi cualquier disposición la hacen una opción muy atractiva.

Ahora bien, una vez se ha optado por este sistema, hay una serie decisiones críticas a adoptar. La primera, elegir entre instalación monofásica de 220V o trifásica de 380V, y la segunda escoger los aparatos que se encargarán de calentar tu casa.

Es ahí donde nos encontramos los acumuladores de calor; unos dispositivos muy manejables que salvan el principal problema de la calefacción eléctrica y resultan más baratos para el bolsillo que el popular suelo radiante.

¿Qué son los acumuladores de calor?

Si la calefacción eléctrica consume tanto es porque funciona con aparatos que se dedican a calentar resistencias. Esto de por sí ya es mucho menos eficiente distribuir agua caliente o que emitir el calor directamente al ambiente por convección.

Además, una vez se apagan, los dispositivos pierden muy rápido el poder calorífico. Con ellos no se puede hacer eso de apagar la calefacción unas cuantas horas antes para aprovechar la temperatura residual. Y claro, esto equivale a todavía más consumo.

Esto es lo que sucede con los convectores eléctricos tradicionales. Esos se venden por separado en muchos establecimientos y no requieren más que ser enchufados a la pared para funcionar. Pero ¿qué hay de los acumuladores de calor?

Son la alternativa perfecta para aquellos que no quieren gastarse un dineral instalando suelo radiante (cuesta unos 60 euros por metro cuadrado), pero que están interesados en seguir apostando por la calefacción eléctrica.

Los acumuladores de calor son equipos que generan el calor por medio de resistencias eléctricas que calientan unos ladrillos refractarios (conforman el núcleo del acumulador) donde se almacena la temperatura para liberarse de forma progresiva”, explican desde e-ficiencia.

En la práctica son muy parecidos a los convectores de toda la vida. Al menos por fuera. Como llevan en su interior piedras pesadas, resultan mucho más complicados de gestionar. Pero claro, compensan por su eficiencia.

Pueden acumular una cantidad de calor muy elevada en su interior”, apuntan en HogarSense. “Una vez que termina el proceso de carga, se inicia el de descarga. Durante ese periodo, todo el calor acumulado se va desprendiendo a su exterior y calentar la vivienda”.

Cómo funcionan los acumuladores eléctricos

La clave de los acumuladores está en esa capacidad de liberar temperatura lentamente. Para ello hacen uso de distintos componentes:

  • Acumulador: son los propios ladrillos refractarios que se encuentran en el núcleo del dispositivo y que se encargan de recoger el calor.
  • Resistencias: “encargadas de calentar de forma uniforme el núcleo acumulador”.
  • Limitador o termostato: el componente que nos permite ajustar la temperatura que deseamos en todo momento.
  • Sistema de seguridad: protectores físicos que evitan sobrecalentamientos o cortocircuitos. Los habituales en cualquier aparato eléctrico.
  • Aislamiento: una capa de materiales especiales que impiden que el calor se disipe durante el proceso de carga y descarga. Al mismo tiempo “limita la temperatura a 90 grados, el máximo permitido por el Código Técnico de Edificación (CTE)”.

La electricidad calienta las resistencias que transmiten esa temperatura a los ladrillos. Estos van acumulando y liberando al mismo tiempo, de acuerdo con lo que ordenemos desde el termostato. Y ya está, no hay mucho más que contar.

Tipos de acumuladores de calor

El mercado ofrece a grandes rasgos dos alternativas. Por un lado están los acumuladores estáticos y por otro los dinámicos. Los primeros son más baratos pero también algo más limitados en lo que se refiere a la optimización.

  • Acumuladores estáticos: su sistema de aislamiento es simple. Realizan la carga durante las horas valle y se van descargando durante el resto del día. El problema es que solo permiten controlar en torno al 25% de la descarga (convección) porque lo demás se pierde en radiación.
  • Acumuladores dinámicos: son los más comunes en las viviendas y no por casualidad. Estos aprovechan hasta el 85% del calor acumulado gracias a una capa de aislamiento notablemente superior. Son “dinámicos” porque disponen de una turbina interior que impulsa el aire por el núcleo para evitar la radiación.

Cómo instalar un acumulador de calor

Algunos acumuladores incorporan patas que hay que fijar para que el dispositivo no se caiga. En ese mismo sentido, es recomendable buscar sistemas de sujeción tanto a la pared como al suelo sobre el que vaya a colocarse.

Hay que hacer agujeros en la pared para enganchar el artefacto”, señalan. “Y se recomienda valorar con antelación dónde queremos ubicarlos”. Recuerda que el aire caliente pesa menos que el frío y que este subirá siempre hacia arriba.

Después tendrás que colocar el cableado y situar las piezas refractarias en el interior del acumulador. Normalmente la tapa va protegida por unos tornillos. Pero no deberías tener ningún problema a la hora de abrirla y cerrarla.

¿Cuánta energía consume un acumulador de calor?

Para saber cuanto consume un acumulador de calor no hay otra que mirar el nuevo sistema de peajes por discriminación horaria. Sí, todo el rollo de la hora valle, la hora punta y la hora llana. Y esto no lo decimos porque los aparatos no tengan su propia potencia en vatios y demás.

Se debe a que su funcionamiento se prolonga durante todo el día. Con la nueva normativa ahora el precio de la electricidad no es el mismo en todo momento. Por eso resulta complicado dar una cifra concreta; dependerá de cuando cargues y cuando descargues.

En cualquier caso, desde Zorahorro indican que, eligiendo las potencias adecuadas y colocando estratégicamente los acumuladores, se puede llegar a generar un ahorro de unos 600 euros al año en cada hogar.

El precio oscila desde los 150€ hasta cerca de 700€; unas cifras variables en función de la potencia y del tipo de acumulador”, señalan en HogarSense. “Un aspecto que influye en el confort, ya que dependiendo de si es estático o dinámico las prestaciones varían”.

El secreto para lograrlo está en saber aprovechar los distintos periodos de facturación. Es decir, cargar el acumulador durante la hora valle (de madrugada) y dejarlo descargando durante los picos más caros del día (a la hora de comer y por la tarde).

Potencia luz

Así que sí, en caso de tener calefacción eléctrica y no estar pensando en grandes desembolsos, lo más aconsejable es apostar por estos aparatos. Son seguros, no requieren ningún combustible, cuestan poco dinero y se pueden hasta controlar y programar vía wifi.

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