Un conductor eléctrico es un material que apenas presenta resistencia a las cargas eléctricas, por lo que en cuanto la electricidad pasa por él, la energía se expande de una forma muy rápida y sin encontrar obstáculos. Esta resistencia tan baja se debe a que el conductor eléctrico está formado por una serie de átomos que, a su vez, están compuestos por muy pocos electrones.
Algunos de los conductores eléctricos más habituales son el aluminio, la plata e incluso el oro. Por su parte, el cobre, es un tipo de conector que esparce la energía de una forma muy rápida. De hecho, está presente en los cableados de muchas instalaciones eléctricas. Además, se pueden encontrar materiales que no son metales, pero que actúan como conductores eléctricos.
Para que un material sea considerado como un buen conductor eléctrico tiene que cumplir una serie de funciones entre las que se encuentran:
Entre sus características también sobresalen que son muy maleables, tardan mucho tiempo en desgastarse, poseen una capa aislante y tienen la capacidad de transmitir la electricidad de un material a otro.
Existen tres tipos de conductores eléctricos que son los metálicos, los electrolíticos y los gaseosos. Los más fáciles de encontrar son el aluminio, el cobre, la plata y el oro, que pertenecen al primer grupo.
Respecto a los conductores electrolíticos, se caracterizan porque el paso de la corriente eléctrica se genera debido a una reacción química que divide los polos en positivos y negativos. Además, destaca la presencia de una sustancia con capacidad para transportar la carga eléctrica. Este contexto provoca que la electricidad se desplace al mismo tiempo que la materia.
En cuanto a los conductores eléctricos gaseosos, se caracterizan por estar en este estado. Para que circule la energía por ellos tienen que atravesar un proceso de ionización que es el causante de que ganen o que pierdan electrones. Este hecho es el que les aporta la capacidad de producir electricidad.
En la propia naturaleza se pueden encontrar materiales que al conectarse a un punto de tensión permiten un desplazamiento de electrones rápido y fluido. Este factor es el que hace que estos materiales tengan la capacidad de ser conductores eléctricos. Los ejemplos más claros son la plata, el cobre, el aluminio y el oro. También hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones estos materiales pasan por un proceso industrial de refinamiento.
Para que un material sea considerado como conductor eléctrico tiene que tener una serie de características muy concretas. Sobre todo, no debe oponer resistencia al paso de la corriente eléctrica. Estos son los rasgos principales.
Capacidad para permitir un flujo libre de electrones entre partículas. El cobre es uno de los materiales de referencia en este sentido.
Hay dos materiales que pueden considerarse como los mejores conductores de electricidad. El primero de ellos siempre ha sido la plata, aunque su uso no es tan frecuente debido a que está catalogado como un metal precioso y ese factor ha aumentado su precio.
El otro es el grafeno, un material que emergió con fuerza hace años y que se ha convertido en un recurso empleado en sectores como el de la construcción y el de la electrónica. Su resistencia, su ligereza, su flexibilidad y su capacidad como conductor eléctrico no han pasado desapercibidas.
Los elementos que actúan como grandes conductores de electricidad son el agua, los árboles, el metal y los objetos mojados. Las personas también pueden actuar como conductores. Estos materiales tienen unas características totalmente diferentes a las de los aislantes y su propia composición permite el paso libre de electrones.