La lluvia ácida es una de las principales consecuencias de la contaminación atmosférica, principalmente causada por el ser humano. Y su aparición puede tener graves consecuencias para todos los seres vivos.
Se llama lluvia ácida a cualquier tipo de precipitación en la que existan elevadas concentraciones de ácido sulfúrico y nítrico. Por tanto, no sólo nos referimos a precipitación en forma líquida (lluvia) sino también a nieve, niebla, etc.
Es una de las principales consecuencias de la contaminación de la atmósfera y se produce porque los gases procedentes de la quema de combustibles reaccionan con el oxígeno del aire y el vapor de agua, transformándose en ácidos que se depositan en la superficie de la tierra a través de las precipitaciones. Esto tiene consecuencias devastadoras para el suelo, las aguas, los ecosistemas y, en definitiva, supone un grave peligro para los seres vivos.
La acción humana es la principal causante de la lluvia ácida, porque es el hombre el causante de la mayor parte de las emisiones de dióxido de azufre a la atmósfera a través, como hemos dicho, de la quema de combustibles en la industria y de las centrales energéticas.
También el ser humano es el responsable de la mitad de las emisiones de óxidos de nitrógeno debido al uso de los vehículos de motor.
En menor medida, las explotaciones ganaderas intensivas producen amoniaco debido a la descomposición de la materia orgánica.
Estos tres contaminantes pueden ser transportados a grandes distancias y, al oxidarse al entrar en contacto con la atmósfera, dan lugar a los temidos ácido sulfúrico y ácido nítrico, que se disuelven en las gotas de agua de las nubes y acaban regresando a la superficie terrestre.
Cuando el ácido sulfúrico y el ácido nítrico se mezclan con el agua, éste cambia su pH. Así, al caer sobre la superficie terrestre en forma de precipitación, lo hace con sus características químicas alternadas. Eso pone en peligro el equilibrio de los ecosistemas, con graves efectos: