Coches, obras, gritos... La ciudad a veces nos estresa por el mero sonido que emite. Cada vez valoramos más la paz que nos da el silencio. Pero no es sólo una cuestión de tranquilidad, sino de salud. La OMS estima que la exposición prolongada al ruido excesivo causa unas 12.000 muertes prematuras, que 22 millones de personas sufren el ruido ambiental de forma permanente y que unos 6,5 millones de habitantes del planeta sufren alteración del sueño debido a este fenómeno. Tú mismo puedes calcular qué nivel de exposición tienes al ruido ambiental para poder tomar medidas y paliar o incluso evitar sus graves consecuencias.
El ruido ambiental es todo ese sonido molesto e incluso dañino que altera las condiciones que serían normales o deseables en una población.
Es uno de los principales contaminantes que existen en el medio ambiente y afecta a la calidad de vida de los ciudadanos.
Son precisamente los seres humanos quienes generan con sus acciones el ruido ambiental, a través del uso de vehículos motorizados, actividades industriales y comerciales, elevado volumen de la música, maquinaria de obras en las calles, etc.
Es más frecuente en las grandes ciudades, por eso también se le conoce como ruido urbano.
Un ruido ambiental excesivo provoca la llamada contaminación acústica.
Cuando todos esos ruidos ambientales generados por el ser humano se producen al mismo tiempo durante un período prolongado pueden tener una repercusión negativa en las personas.
La exposición a este tipo de ruido puede provocar pérdida de audición o incluso llegar a la sordera, pérdida de concentración, dificultades para descansar, alteración del sueño, estrés, etc.
Iniciativas públicas y privadas tratan de concienciar sobre la importancia de reducir el ruido ambiental para tratar de disminuir también la contaminación acústica.
El uso de materiales aislantes del ruido en la construcción o incentivar el transporte en bicicleta en lugar de automóviles son buenas medidas para contribuir a la reducción de los efectos nocivos del ruido.
La propia OMS está realmente preocupada por la salud de algunas poblaciones en las que el exceso de ruido es una cuestión muy importante, ya que supone un factor de riesgo para un buen número de ciudadanos.
Para controlar el exceso de ruido, la legislación establece unos límites, que varían en función de si nos encontramos en la calle o dentro de casa y de la franja horaria en la que se produzcan.
Para que te hagas una idea, partiendo de que el umbral de audición (o los sonidos que empieza a percibir el oído humano) está en 0 dB, un tren en marcha puede alcanzar los 80 dB y el despegue de un avión, en torno a 130 dB, ya rebasando el límite del dolor.
Una conversación normal puede alcanzar los 40 dB, así que imagina cómo debió ser la explosión de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, que alcanzó los 200 dB.
La normativa dice que el máximo de decibelios permitidos en casa, con las ventanas cerradas, es de 35 dB durante el día y de 30 dB por la noche, aunque hay ordenanzas municipales en las que esto varía e incluso se establece una franja horaria más por la tarde.
Si se cumple el límite, en teoría, no deberías escuchar en tu casa con nitidez conversaciones o el televisor de tus vecinos.
La cifra puede variar, pero la Unión Europea establece un ruido ambiental máximo de 65 dB para el día y 55 dB para la noche.
Merece la pena detenerse un momento a diferenciar entre sonido y ruido. No existe una diferenciación técnica entre ambas cosas sino de percepción.
La manera en la que el ser humano percibe o reacciona ante un sonido es la que nos permite darle o no la categoría de ruido.
El ruido es un sonido desagradable, con una connotación negativa y, por tanto, es un sonido no deseado.
El nivel de ruido se mide con unos aparatos llamados sonómetros.
La medición del ruido ambiental se realiza mediante indicadores que estudian el nivel de presión sonora (cuya abreviatura es NPS o Lp).
Consiste en identificar la intensidad del sonido que produce una determinada presión y su unidad de medida es el decibelio (dB).
Los límites de ruido ambiental se sitúan en 0 dB, es decir, el umbral de audición, y en 120 dB, lo que se considera dolor ante el ruido.
Como te hemos contado, medir el ruido ambiental es posible gracias a un sonómetro pero ya existen muchas opciones de uso cotidiano con las que tú mismo puedes calcular los decibelios a tu alrededor.
Ya existen programas para el ordenador o aplicaciones para el teléfono móvil con las que puedes realizar esta medición.
Eso sí, ten en cuenta que, por muy mejoradas que estén estas herramientas, pueden producirse algunas imprecisiones porque, al fin y al cabo, un smartphone está preparado para recoger la voz humana.
Algunas de las apps más interesantes para medir el ruido ambiental son las siguientes: