Todos hemos escuchado hablar en alguna ocasión del agujero en la capa de ozono. Sabemos que hay una zona en la atmósfera en la que este gas está mucho más disperso que en el resto. Además, con todo el jaleo de la pandemia por coronavirus, nos suena de algo para qué puede servir el ozono, pero… ¿Somos realmente conscientes de qué labor cumple la capa de ozono? ¿Y de lo grave que resulta que resulta tener un agujero de esa dimensión sobre nuestras cabezas?
Antes de hablar del ozono como tal, conviene saber a qué llamamos ‘capa atmosférica’. Aunque normalmente la vemos representada con colores, en realidad las capas no son rígidas, no son tangibles. Una capa es una zona, a una altura determinada, en la que se dan una serie de circunstancias. La capa de ozono, por ejemplo, está entre los 10 y los 20 kilómetros de altura, y en ella es donde podemos encontrar la mayor concentración de este gas. ¿Y por qué es tan importante el ozono?
Los átomos de cloro y bromuro que desprende la actividad humana se ligan a las moléculas de ozono y las destruyen. Esto está haciendo que el ozono desaparezca a un ritmo mucho mayor al que la naturaleza puede regenerarlo, y por lo tanto que estemos más expuestos a los efectos menos amables del sol. Con una menor concentración de ozono no solo nos quemaríamos más y sufriríamos más melanomas, sino que estaríamos más expuestos, por ejemplo, a enfermedades infecciosas. La radiación ultravioleta daña tanto nuestro sistema inmunológico como nuestro ADN, al igual que nuestra vista.