Cuando escuchamos hablar de contaminación, lo primero que se nos viene a la cabeza es la polución o contaminación atmosférica. Bueno, lo primero y lo último, porque la verdad es que solemos dar por hecho que hablamos de esa. Lo cierto es que existen varios tipos de contaminación, y que una de ellas es la contaminación acústica. Lo primero que se nos viene a la mente cuando hablamos de ella es el ruido, un ruido ensordecedor, pero… ¿qué es exactamente la contaminación acústica?
También la conocemos contaminación sonora, y es todo aquel exceso de sonido que cambia las condiciones normales de un ambiente determinado. Aunque parezca mentira, estar expuestos a un alto grado de contaminación acústica durante un tiempo prolongado no solo puede afectar a la calidad de vida de las personas que la sufren, sino también a su salud, tanto física como psicológica. Suele darse en las grandes ciudades, y puede estar provocada por numerosos factores. Desde un local de ocio que no respeta los límites marcados por la ley, pasando por vivir cerca de una vía de tráfico rodado, hasta tener cerca una obra o vivir en un lugar de paso de un gran volumen de gente. La contaminación acústica no solo es molesta, sino que puede acarrearnos problemas como trastornos del sueño, irritabilidad o depresiones del sistema inmune.
Al igual que ocurre con otros tipos de contaminación, en el caso de la contaminación acústica también podemos poner nuestro granito de arena: