Aunque antiguamente, cuando hablábamos de contaminación, nos referíamos mayormente a la polución, cada vez somos más conscientes de que existen infinidad de tipos de agentes contaminantes que nos complican un poco más la vida. Es el caso de la contaminación lumínica, de la que sabemos que no nos deja ver las estrellas en las grandes ciudades, pero… ¿sabemos qué es exactamente la contaminación lumínica? Dicen que nunca te acostarás sin saber una cosa más, así que atentos, ¡que después de asimilar esta definición podréis iros a la cama sin ningún problema!
Curiosamente, uno de los sinónimos de la contaminación lumínica es la palabra fotopolución. Si la polución es la contaminación del agua o el aire, ¿cómo se puede aplicar este concepto a algo tan intangible como la luz? Pues porque, aunque no es polución propiamente dicha, el exceso de luz artificial en nuestras urbes, ya sea en el interior de las casas o en las calles, también contamina. La contaminación lumínica es la degradación del medioambiente que produce una fuente de luz artificial en la noche que va más allá de la pura iluminación. Cañones de luz móviles, luces de neón, alumbrados públicos más brillantes de lo necesario…
Esto, que parece algo sin importancia, provoca, para empezar, que seamos incapaces de ver el cielo que hay sobre nuestras cabezas en todo su esplendor. No es que en el medio rural haya más estrellas, es que nuestros ojos no las perciben por culpa de la contaminación lumínica. Pero no solo eso:
Aún así, el problema de la contaminación lumínica es que todavía no terminamos de ser conscientes del problema, lo que hace que siga agravándose sin control.