Hay palabras de este glosario que os os sonarán muchísimo porque llevan muchos años entre nosotros. Sin embargo otras, como el ecocidio del que venimos a hablaros ahora, son palabras bastante nuevas en nuestro vocabulario. Tanto que aún no se han extendido, ¡os confesaremos que antes de escribir estas líneas apenas habíamos escuchado hablar de él! Eso sí, nos hemos documentado muchísimo para poder contaros lo que es, así que atentos, ¡que de hoy no pasa que lo sumemos a nuestro propio diccionario mental de términos recurrentes!
Muchos estaréis pensando que, con esa terminación, el ecocidio no puede indicar nada bueno. Y lo cierto es que lleváis bastante razón. Hay ciertas raíces, y ciertas terminaciones, que dejan ver la connotación con la que se va a utilizar una palabra. Se llama ecocidio a toda acción humana que provoca un daño irreversible a un ecosistema. ¿Y qué consideramos por irreversible? Un daño que la naturaleza por sí misma no sea capaz de regenerar. Y no hablamos únicamente de la vida vegetal: la desaparición de una especie animal en concreto por culpa de un ecocidio puede ser tan dañina o más.
La única forma de prevenir un ecocidio es dotando a la especie humana de conciencia ecológica. Solo si nos preocupamos de los seres vivos con los que compartimos planeta, por el entorno en el que vivimos, seremos capaces de ver verdaderamente las animaladas que estamos cometiendo contra ellos. Para esto, recibir una educación ambiental de calidad desde muy jóvenes es clave, ya que resulta mucho más sencillo adquirir buenos hábitos desde la niñez. De todos modos ya se sabe, nunca es tarde si la dicha es buena, y en esta circunstancia menos aún.
