La construcción de grandes obras hidráulicas en España no es algo reciente. De hecho, las presas de Cornalbo y Proserpina en el Guadiana tienen su origen en épocas romanas. En la actualidad, nuestro país es el cuarto del mundo con mayor número de presas, solo superado por China, India y Estados Unidos. No obstante, seguimos siendo los primeros en relación de presas por habitantes.
Esto es debido a varias causas, pero principalmente a la tradicional aridez de nuestro territorio y el escaso aprovechamiento de las aguas subterráneas. En la entrada de hoy vamos a hablar de la infraestructura hidráulica en España y los principales tipos de obras que se han llevado a cabo en la península.
Se trata de construcciones complejas de ingeniera que tienen como objetivo controlar el agua. Este valioso recurso se puede almacenar en presas para su posterior distribución por canales, garantizando el abastecimiento de las ciudades y la demanda de los campos.
En España hay más de 1.250 presas en activo, con una capacidad total que llega a los 60.000 hectómetros cúbicos. La presa más antigua de Europa que todavía está en funcionamiento es la de Tibi. Se encuentra en el río Monnegre, Alicante, y fue construida en el siglo XVI.
Este tipo de obras hidráulicas son esenciales debido al carácter intermitente y torrencial de las lluvias en buena parte del territorio. Además de almacenarla y regularla, ayudan a reducir los grandes caudales de los ríos, que podrían provocar inundaciones con graves consecuencias.
DesaladorasEn España hay más de 900 plantas desaladoras repartidas a lo largo de la costa. La mitad de estas instalaciones tienen como objetivo desalar aguas salobres que no provienen del mar. Un caso característico es Málaga, que tras años de sufrir un mal sabor en el agua apostó por la implementación de la desaladora de El Atabal.
El 50% restante corresponde a desaladoras de agua del mar. Debido a que la concentración de sal a eliminar es mucho mayor, el gasto energético aumenta considerablemente. Sin embargo, son una excelente opción en zonas con difícil acceso al agua potable. Por ejemplo, las Islas Canarias, donde existen más de 300 de estas infraestructuras hidráulicas.
Las estaciones de tratamiento de agua potable, popularmente conocidas como potabilizadoras, tratan el agua proveniente de los ríos y embalses para su consumo. En España hay más de 1.300 y generan un total de 248 litros al día por habitante. Esta dotación de agua se utiliza para beber, regar los jardines, la limpieza y otras demandas similares que tiene una ciudad.
Los más de 11.000 depósitos que hay construidos en nuestro país garantizan que el suministro de agua no se vea interrumpido.
Su capacidad es de aproximadamente 32 hectómetros cúbicos, lo que equivale al consumo de 3 días de todos los habitantes de España.
Las tuberías de abastecimiento se encargan de llevar el agua desde las potabilizadoras y otras obras hidráulicas hacia los edificios, empresas y domicilios. Utilizan la presión y se calcula que en España hay unos 225.000 kilómetros de estos conductos. Cantidad suficiente para dar la vuelta al mundo más de 5 veces.
Además, tenemos que contar los 165.000 kilómetros de tuberías de saneamiento. Es decir, lo que comúnmente se conoce como alcantarillado. En algunos casos podemos encontrar conductos unitarios, que transportan indistintamente las aguas residuales y las de lluvia hasta las estaciones de tratamiento.
Cuando las lluvias son demasiado torrenciales y las depuradoras son incapaces de abarcar tanto trabajo se nos presentan dos opciones. O bien dejamos parte del agua sin depurar o construimos enormes contenedores de refuerzo. Estos son los tanques de tormenta, que en España alcanzan el medio millar. A destacar el que está situado en el Club de Campo de Madrid, con una capacidad para 400.000 metros cúbicos y que es el más grande del mundo.
Las depuradoras tratan las aguas residuales para devolverlas a la naturaleza en unas condiciones adecuadas. O bien reutilizarlas para distintos usos. En España hay más de 2.000 de estas estaciones depuradores de aguas residuales, sin incluir a las pequeñas instalaciones privadas.
No obstante, se trata de una de las cuentas pendientes en la infraestructura hidráulica nacional. De hecho, en 2016 el tribunal europeo multó a nuestro país por incumplir la legislación comunitaria de aguas residuales.
Algunas de las grandes obras hidráulicas de nuestro país son capaces de producir electricidad aprovechando la fuerza del agua. Es el caso de las presas situadas a diferentes alturas, que al activarse hacen girar unas enormes turbinas conectadas a generadores. Es una forma limpia y sostenible de generar energía que cada vez está teniendo más presencia en zonas aisladas y colectivos que apuestan por el autoconsumo.
El impacto ecológico es casi inexistente, sin gases ni emisiones toxicas que afecten al medio ambiente. Tampoco desviamos el cauce natural de los cursos fluviales o afectamos a la flora o fauna. Además, se trata de una energía que siempre está disponible y es inagotable, muy económica de producir y con potencia suficiente para alimentar a ciudades enteras.
La generación y distribución de energía tiene un peso enorme en la sociedad y ahí es donde la interconexión energética juega un papel crucial.
Los coches eléctricos dependen de la electricidad para su autonomía, por lo que la carga inalámbrica se ha convertido en un complemento indispensable.
La energía que se produce en las centrales nucleares puede ser muy peligrosa para el medioambiente si no hacemos un uso adecuado de ella.
Cuando las instalaciones de generación de energía son más pequeñas y cercanas a los consumidores, hablamos de sistema descentralizado.
Los beneficios de la IA se pueden aplicar en multitud de campos y, en plena era digital, también aplica al ahorro de energía en hogares y empresas.
La electricidad es un bien de primera necesidad que muchas personas no tienen al alcance, por lo que el suministro a ciertas zonas debe ser una prioridad.
