La bioenergía, también conocida como energía de biomasa, es aquella que se consigue a partir de desechos vegetales o animales. En la actualidad, es una de las alternativas más prometedoras para sustituir a los combustibles fósiles. Como por ejemplo el petróleo, que dentro de 50 años acabará agotándose.
En la entrada de hoy vamos a hablar de esta fuente de energía limpia y renovable. Veremos cómo se obtiene, para qué sirve y los tipos de bioenergía más importantes.
La bioenergía se obtiene de restos vegetales, como huesos y cáscaras. También de plantas, árboles y residuos húmedos como el aceite. Una de las principales fuentes de abastecimiento la encontramos en las explotaciones ganaderas, donde destaca sobre todo la caña de azúcar y la remolacha.
También de las explotaciones forestales. Y los propios aserraderos y carpinterías. Todos los restos que no pueden usarse para la fabricación de papel o muebles, como por ejemplo el serrín, se aprovechan para producir energía. De esta forma, reducimos el impacto ambiental considerablemente.
El proceso es muy sencillo. Las plantas absorben la energía del sol mediante la fotosíntesis. Cuando mueren, se transforman en materia orgánica que puede ser utilizada para producir energía.
De hecho, todos los años se generan millones de toneladas de desechos orgánicos, que podrían abastecer la demanda mundial de petróleo multiplicada por cinco. Por desgracia, la mayoría de ellos acaban desaprovechándose.
La bioenergía es una alternativa energética mundial que tiene distintos usos. En el sector industrial, puede transformar la biomasa en energía eléctrica de forma limpia y sostenible. Evitando la emisión de millones de toneladas de CO2 que están en el origen del efecto invernadero.
También es posible elaborar combustibles biológicos a partir de biomasa. Como es el caso del biodiesel, un excelente sustituto a los carburantes tradicionales para el transporte.
Y es muy eficaz para producir energía térmica. Las estufas y calderas de biomasa nos permiten cocinar y calentar nuestro hogar sin generar residuos. Y a un precio muy económico, por lo que en los últimos años se están volviendo muy populares.
El encarecimiento de los combustibles y el deterioro del medio ambiente han propiciado increíbles avances en el campo de la energía alternativas. A continuación vamos a ver los principales tipos de bioenergía que existen en la actualidad: biomasa (sólido), biogás (gaseoso) y biocarburante (líquido).
Este combustible está formado por restos de plantas y animales: madera, hojas, excrementos, cáscaras de frutos y otros residuos. Como hemos mencionado más arriba, los desechos orgánicos almacenan la energía del sol a través de la fotosíntesis. Por ello, se caracterizan por su alto poder calorífico.
En la actualidad, la biomasa es bioenergía con mayores posibilidades de crecimiento. Los pellets son el tipo de biomasa más habitual. Compuestos por unos cilindros compactos fácilmente almacenables, hasta un 75% más económicos y de alto rendimiento.
El biogás se compone de metano y dióxido de carbono, en una proporción que varía en función de la materia orgánica utilizada. La principal fuente de abastecimiento son las explotaciones ganaderas, agroindustriales y las depuradoras de aguas residuales. También es posible obtener biogás de la basura doméstica.
El proceso de transformación de sólido a gas se lleva a cabo en unos reactores llamados digestores anaerobios. Que suelen estar ubicados en los mismos vertederos. Se trata de la única energía renovable capaz de alimentar las demandas eléctricas y térmicas de las grandes industrias. Y también mover los vehículos más pesados.
Los biocarburantes son combustibles alternativos limpios y renovables. Funcionan igual que los carburantes fósiles y muchos automóviles tienen sus motores adaptados para ellos. Entre los principales tipos, podemos encontrar los biocarburantes para motores diésel, como el E-Diésel. O el aceite vegetal, que se obtiene de semillas vegetales como la soja o el girasol.
Y el biocarburante para gasolina, que proviene de otras fuentes como el bioetanol. En ambos casos, se reduce en gran medida las emisiones de CO2 a la atmósfera. Y no es necesario crear nueva infraestructura, ya que este tipo de bioenergía es compatible con la tecnología preexistente.
La bioenergía aprovecha los residuos generados por la ganadería, tala de árboles, agricultura e incluso los desperdicios domésticos. No requiere consumir nuevos recursos para producirla. Por lo tanto, es una energía 100% renovable. Ya que como hemos comentado anteriormente, generamos mucha más cantidad de desechos orgánicos de los que podemos procesar.