Los avances tecnológicos y el crecimiento demográfico están teniendo un impacto muy negativo en el ecosistema. De hecho, la contaminación ambiental se ha convertido en uno de los principales problemas para los gobiernos mundiales. Si no cambiamos esta tendencia, además de deteriorar irreversiblemente el planeta acabaremos con todos sus recursos naturales. ¿Quieres dejarle una herencia mejor a tus hijos?
En la entrada de hoy vamos a hablar de la contaminación ambiental. Veremos los distintos tipos que existen y analizaremos los más perjudiciales. Para acabar, os mostraremos algunos sencillos consejos que son de gran utilidad para combatir este problema.
La contaminación ambiental supone la llegada al medio de agentes nocivos de origen biológico o químico. Que tienen en común su enorme grado de toxicidad para todos los seres vivos del planeta. Este fenómeno comenzó a manifestarse durante la primera revolución industrial y se ha hecho mucho más evidente con el paso de los años.
En este sentido, han aumentado los vertidos contaminantes de las empresas. Los gases de los procesos industriales que escapan a la atmosfera. Y los residuos no degradables producidos por la creación de bienes servicios. Especialmente el plástico, un material que está literalmente creando islas artificiales en nuestros océanos.
Las consecuencias son devastadoras. El equilibrio del ecosistema ha sido gravemente afectado, por lo que han desaparecido numerosas especies vegetales y animales. Las masas boscosas están desapareciendo y dan lugar al avance de la desertización. También la atmósfera se ha visto afectada, provocando el llamado efecto invernadero que está detrás del cambio climático.
La contaminación ambiental también afecta a la calidad de vida y la salud del ser humano. Por lo que es indispensable tomar medidas para frenar este problema. A continuación, os vamos a mostrar los principales tipos que podemos encontrar.
La contaminación ambiental del aire está provocada por la presencia de gases tóxicos, que cambian la composición del oxígeno que respiramos y debilitan la capa de ozono. ¿El resultado? Los rayos ultravioletas del sol nos llegan directamente, incrementando las posibilidades de sufrir cáncer de piel y aumentando la temperatura del planeta.
En la mayoría de países, los gases emanados de los procesos industriales suponen la primera causa de la contaminación del aire. En este sentido, cabe destacar las centrales eléctricas que todavía utilizan carbón o el diésel. Así como las industrias mineras y químicas que son decisivas para la progresiva pérdida de calidad del oxígeno.
Una de las principales fuentes de contaminación del aire es el uso indiscriminado de combustibles fósiles para calentar e iluminar nuestros hogares. Aunque en los países desarrollados el 85% de la población tiene acceso a fuentes de energía limpias y renovables, aún existen más de 3.000 millones de personas en el mundo que utilizan combustibles sólidos muy tóxicos.
Se calcula que un 25% de las emisiones dióxido de carbono a la atmósfera están provocadas por los vehículos que surcan nuestras carreteras. Algo que se relaciona estrechamente con casi medio millón de muertes al año. Las más perjudiciales para el hombre provienen de los motores diésel, por lo que su reducción es indispensable sobre todo en las áreas urbanas más pobladas.
La tierra está llena de sustancias artificiales provenientes de la basura de nuestros hogares, los residuos tóxicos de las industrias o los pesticidas utilizados en la agricultura. El uso indiscriminado del plástico y los vertidos de escombros son otros de los principales problemas para la salud de las plantas, animales y el ser humano.
El hombre es el principal causante de la desaparición de nuestros bosques. Bien por la deforestación incontrolada para usar la madera o los incendios provocados. Esto cambia la composición original de la tierra, acabando con las especies vegetales y el hábitat de muchos animales. Además, favorece la contaminación y esterilidad de los suelos, volviéndolos más vulnerables a la erosión.
La agricultura ha desarrollado nuevos fertilizantes y pesticidas basados en productos químicos que no son biodegradables y envenenan la tierra. Mientras que la minería altera la morfología de la superficie. Y las industrias contribuyen decisivamente a este problema con su enorme cantidad de deshechos. Especialmente los residuos radioactivos, que son enterrados en el subsuelo y tardan más de 300 años en ser inocuos.
Nuestros mares y océanos nunca han estado tan contaminados, hasta el punto de que algunas zonas del Báltico se consideran ya casi irrecuperables. Los principales culpables son los residuos químicos e industriales, los vertidos de aguas negras y elementos biológicos que afectan a la composición del agua y la inhabilitan para su consumo.
Los derrames de petróleo tienen consecuencias dramáticas para los océanos, extendiéndose sin control por centenares de kilómetros. Además del enorme daño medioambiental, el coste para retirarlo es muy alto. Se adhiere a las aves marinas y les impide volar. Y causa enfermedades a los peces que posteriormente acabarán en nuestra mesa.
Las bolsas y envases de plástico que se arrojan al mar son otros de los principales causantes de su contaminación. Atrapan a los peces y tortugas y tardarán cientos de años en desaparecer. Además, se están formando islas de plástico. La más grande está situada al norte del Pacífico y es conocida como Vortex. Tiene unas dimensiones de más de 700.000 kilómetros cuadrados y sigue creciendo cada año.
Todos los plaguicidas que hemos mencionado antes, así como otros productos químicos que se arrojan a la tierra, acaban penetrando en el subsuelo y llegan a las aguas subterráneas. La contaminación también puede estar originada por sustancias microbiológicas. Causando graves enfermedades e incluso la muerte por su consumo.
Como has podido comprobar a lo largo de esta entrada, es vital tomar medidas para acabar con la contaminación ambiental. Los principales gobiernos del mundo se están poniendo manos a la obra. Pero tú también puedes contribuir decisivamente a cambiar el planeta. ¿Qué hacer? Simplemente, modificar algunos hábitos diarios.
Por ejemplo, en lugar de coger el coche para ir al trabajo, podrías utilizar el transporte público. O aún mejor, usar la bicicleta. Y así de paso cuidas tu estado de forma y previenes enfermedades cardiovasculares. También es buena idea cambiar las bolsas de plástico por otros materiales más permanentes. Y evitar en la medida de los posible los alimentos envasados.
Los productos ecológicos están libres de pesticidas y otros agentes químicos. Por lo que además de comer más sano estarás apoyando un modelo de agricultura sostenible y respetuoso con la naturaleza. Lo mismo se puede decir para los productos de cosmética, elige solo aquellos que estén elaborados con ingredientes naturales.
Apostar por el producto local es muy recomendable. No solo revitaliza nuestra economía, también ahorra un montón de emisiones contaminantes debido al transporte de mercancías. Es esencial que hagas un uso más responsable de los recursos. Por tanto, compra solo lo que realmente necesitas. Y finalmente, no te olvides de reutilizar y reciclar la ropa, muebles y todos los aparatos viejos que tengas en casa.