No nos paramos a pensarlo. Tiramos las cosas que ya no nos sirven a nuestras bolsas de basura, luego las llevamos al contenedor que hay en la calle y se acabó el problema. De eso nada; en realidad, el problema propiamente dicho no ha hecho más que comenzar. Nuestros desechos terminan en un vertedero, sí, ¿pero en qué tipo de vertedero? ¿Sabemos acaso cómo funcionan o cómo se gestionan? Y más importante aún, ¿sabemos exactamente qué es un vertedero? ¿y tenemos idea de si contaminan o cuánto lo hacen?
Cada vez somos más conscientes de las necesidades de nuestro entorno gracias a, entre otras cosas, iniciativas como las que rodean al Día Mundial del Medioambiente. Eso sí, aún queda muchísimo por hacer y antes de empezar más vale aclarar conceptos. Por eso, y porque el saber no ocupa lugar, ¡hoy os hablamos sobre los vertederos y sus características!
Cuando escuchamos o leemos la palabra vertedero, lo primero que se nos viene a la cabeza son montañas y montañas de basura. Reducido a la mínima expresión os diríamos que sí, que no vais mal encaminados, pero lo cierto es que es un punto de vista tan simplista que no refleja para nada la totalidad de la realidad. Técnicamente, el vertedero es el lugar en el que terminan nuestros desechos, pero ahora veremos las diferencias existentes entre unos y otros.
La clasificación de vertederos resulta de lo más sencilla, puesto que podemos agruparlos en dos grandes grupos:
Los vertederos municipales son vertederos totalmente controlados. Están gestionados por la administración pública y cumplen con todos los requisitos de seguridad necesarios en este tipo de instalaciones.
A su vez, en función de los residuos que almacenan, los vertederos legales pueden subdividirse en otros tres tipos:
Un vertedero clandestino, o ilegal, es un lugar en el que alguien ha decidido comenzar a arrojar basura en grandes cantidades. No discrimina entre tipos de desechos y es altamente peligroso para la salud del entorno que lo rodea. Los hay por todo el mundo, mayormente en países subdesarrollados, y son muchas las empresas que van hasta ellos específicamente para deshacerse de sus pecados inconfesables.
Por desgracia, una de las características de los vertederos, sean del tipo que sean, es que contaminan el medioambiente, y lo hacen de varias formas. Los gases que se emiten durante el proceso de descomposición de la basura contribuyen a empeorar el temido efecto invernadero que sufre nuestra atmósfera. Pero la cosa no queda ahí. Los lixiviados terminan filtrándose al suelo, lo que afecta tanto a la tierra como a los depósitos de agua para riego o incluso consumo humano. Además, los cauces cercanos también se ven afectados por ellos, por lo que el ecosistema se ve gravemente dañado.
Y eso por no hablar de los continuos incendios que se producen en un vertedero. Estos pueden liberar dioxinas, una sustancia catalogada como cancerígena por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sí, los vertederos contaminan, por eso todas las medidas que se tomen para evitarlo son pocas.
Son grandes agentes contaminantes, pero si nos preguntáis para qué sirve un vertedero no nos queda otra que responder que son muy necesarios. Los residuos generados por las ciudades tienen que ir a parar a alguna parte, y lo mejor es que lo hagan a este tipo de instalaciones, donde son almacenados. Esto no quita que deba hacerse de una forma mucho más responsable que en la actualidad.
Para ello, hay que adecuar las instalaciones. Habilitar vertederos industriales para las grandes corporaciones es un paso, aunque lo más apropiado sería que empezásemos a ver vertederos tecnológicos. El concepto de smart city debe extenderse también a los vertederos de España, ¡y a los del mundo entero!
Aunque existe la creencia extendida de que todo lo que tiramos en los contenedores de reciclaje va a parar a los vertederos junto con el resto de basura, no es cierto. Sí, es verdad, hay materiales que requieren de un tratamiento más específico que otros, pero no mezclemos churras con merinas. Por lo general, los elementos para reciclar siguen dos caminos, y ninguno de ellos pasa por el vertedero:
En realidad, todo material que se pueda reciclar termina en los recuperadores y recicladores. Eso sí, mientras el papel y el cartón van directamente allí, los envases de plástico y bricks requieren de un tratamiento algo más complejo. Aunque se depositan en un mismo contenedor, el amarillo, sus materiales son diferentes: hay que seleccionarlos y tratarlos por separado.
Hace un tiempo os hablábamos de la gran isla de basura del Pacífico, una acumulación de 80.000 toneladas de plástico que ocupa 1,7 millones de metros cuadrados de océano. Se dice pronto. Eso sí, si hablamos de vertederos en tierra, pocos hay de la magnitud del vertedero de Bantargerbang, en Indonesia. Es una auténtica montaña de basura, y no lo decimos por decir. Literalmente es una montaña, con dimensiones de montaña de las de verdad. De hecho, ha llegado a tal punto que lo más probable es que tenga que ser clausurado en 2021 ante la imposibilidad de gestionarlo.
También los hay de proporciones bíblicas en lugares como Senegal, China o India, pero sorprende descubrir dónde se encuentra otro de los más grandes del mundo: nada más y nada menos que en Las Vegas, EEUU. Tal y como hemos podido leer en algunos medios, estas son algunas de sus características:
La diferencia entre uno y otro es que el vertedero estadounidense está perfectamente controlado y se le saca rendimiento. Ojalá un día no haya que hacer esta diferenciación, ¡significará que las cosas al fin han empezado a hacerse muy bien!