Llega el invierno y con él las bajas temperaturas. Este año, entre subida de precios de gas, de luz y de todo, ya no sabemos cómo ahorrar y buscamos alternativas para pasar el invierno calentitos sin gastar demasiado dinero.
En este sentido la gente se está buscando las castañas para mantener el confort sin aumentar el gasto. Y es ahí donde está explotando una de las soluciones más económicas de calefacción: la estufa de parafina.
Las estufas de parafina utilizan combustible líquido y se caracterizan por un funcionamiento silencioso, y por no necesitan ni instalación y ni mantenimiento. Resultan fáciles de transportar gracias a sus ruedas y su ligereza, y alcanzan la temperatura deseada en segundos.
Existen diferentes tipos, tamaños y potencias, pero antes de hacerte con una tienes que conocer los riesgos que supone utilizarla de forma errónea.
Existen básicamente dos clases de estufas de parafina. Esto depende de cómo se encienden. Por un lado están las de mecha y por otro, las electrónicas.
Para encenderlas tienes que accionar un encendedor que va a pilas. Este produce la chispa y prende la llama que calienta el combustible. En cuanto enciendas la mecha verás cómo sale el calor.
Otro punto positivo es que no necesitas fuente de alimentación más allá de las pilas del encendedor. Los expertos las recomiendan para lugares con buena ventilación y renovación de aire, nunca en dormitorios.
En el otro lado nos encontramos con un tipo de estufa que sí necesita estar conectada a la red eléctrica. Nos referimos a la parafina eléctrica. Esta condición otorga más potencia y reduce el consumo aumentando el rango de actuación (llegan a calentar hasta 76 m2).
Si la estufa de parafina eléctrica es más eficiente es solo porque permite programar su apagado, temperatura e intensidad. Pensando en la seguridad, este modelo incluye (casi siempre) un sistema para que los niños no accionen los botones.
¿Y qué hay de la limpieza? Estos aparatos suelen incluir quemadores con sistemas de autolimpieza que mantienen la suciedad a raya.
Dentro de las electrónicas, están las que incluyen la tecnología inverter. Este tipo de estufa de parafina funciona de manera continua y, claro, consume menos. De esta forma entrega un mayor rendimiento y reduce el consumo energético.
Estos dispositivos destacan sobre todo por lo rápido que calientan las estancias, por el confort térmico que ofrecen y por la regulación automática que emplean a través de termostatos internos.
Aunque tengan grandes ventajas, no puedes comprar una estufa de este tipo y colocarla donde quieras porque puede ser peligroso. Si quieres hacerte con una, que sepas que están recomendadas para espacios de 40 m2 o más dependiendo del modelo y potencia.
Son silenciosas y calientan rápido, pero también emiten gases, por lo que nunca las metas en un dormitorio, espacio pequeño o habitación sin ventilación. Incluyen detectores de niveles de CO2 pero mejor prevenir evitando límites.
Además de ser pequeñas, manejables y transportables (y contar con una gran potencia calorífica), existen modelos de estufas de parafina que incluyen características adicionales igual de interesantes.
A pesar de que son seguras y cuentan con sistemas que detectan los excesos de gases, los riesgos están ahí y no son leves.
Una consecuencia del mal uso de este tipo de estufas es la intoxicación química. No se da con frecuencia, pero para prevenir lo mejor es cambiar la mecha de quemar al menos una vez al año antes de que llegue el invierno.
Además, es importante que ventiles de forma frecuente la habitación o espacio en el que se encuentra este aparato. Lo recomendable es abrir las ventanas al menos durante 5 minutos por cada hora de uso continuada.
Otro peligro es que se quemen los más pequeños o algún objeto cercano. Para evitarlo lo mejor es prestar atención y quitar todo aquello que pueda prender o que sea inflamable. En caso de descuido, nunca eches agua encima del fuego porque eso solo lo empeorará.
Lo primero que debes tener en cuenta es el peligro que presentan estos aparatos para los niños, por lo que debes tenerla alejada y fuera de su alcance. Esto es también aplicable a las mascotas, sobre todo si es un modelo de mecha.
Es necesario también mantener la distancia con los mayores, materiales inflamables, cortinas, aparatos electrónicos y demás. Lo recomendado por los fabricantes es colocar la estufa de parafina a al menos 50 cm de distancia.
Estas incluyen un sensor que apaga el sistema al detectar una alta concentración de dióxido de carbono, pero aun así no son aptas para cualquier estancia. Nunca la coloques en espacios menores de 10 m2.
Lo mismo aplica en una habitación grande si se utiliza durante mucho tiempo seguido. Cuando se detenga, apágala durante 10 minutos y abre las ventanas y puertas de la estancia para renovar el aire.
Y ojo: nunca te duermas con la estufa encendida. Es muy peligroso y puede acabar de la peor forma.
Dependiendo del modelo (de mecha o electrónica) y los extras que incluya, el precio ascenderá. De base parten de los 200 euros pero pueden llegar hasta los 500. Además, tendrás que comprar una garrafa de parafina para alimentarla que también cuesta dinero.
Teniendo en cuenta que el consumo (dependiendo de la potencia) va desde 0,1 a 0,3 litros por hora y que el litro cuesta 1,5 euros aproximadamente, el coste final de funcionamiento siempre será inferior al de la calefacción de gas.
Siguiendo estos consejos podrás aprovechar al máximo esta alternativa a la clásica calefacción y pasar un invierno calentito sin gastar demasiado. Si quieres llevar ese ahorro energético a toda tu casa, en EnergyGO estamos para ayudarte. Entra en nuestra web o llama al 900 622 700 e infórmate.