Cuando se habla de combustibles fósiles se hace para referirse a una fuente de energía no renovable. Esta variedad energética se obtiene de los restos orgánicos fosilizados que se producen a raíz de los desechos de animales y plantas.
Los combustibles fósiles son una fuente de energía primaria puesto que se puede conseguir directamente de la tierra sin necesidad de transformación. Además, tienen un gran poder calorífico y energético por lo que son utilizados en gran medida en centrales termoeléctricas o para obtener energía eléctrica o mecánica.
Los combustibles fósiles pueden distinguirse en tres tipos, dependiendo de los procesos físico-químicos que han sufrido los restos descompuestos de los animales y plantas. Así, cuando hablamos de combustibles fósiles lo podemos hacer a través de tres variedades:
Es un tipo de aceite mineral que se halla en las capas superiores de la corteza terrestre. Se extrae como un recurso líquido, pero también se puede presentar en forma de gas licuado. Tras obtenerlo de la tierra se transforma en una refinería para conseguir productos como la gasolina u otros combustibles derivados.
Es una roca sedimentaria que también se encuentra almacenada de manera natural en zonas pantanosas o marinas, entre otras. Por este hecho, se obtiene y comercializa con una naturaleza sólida.
Es una mezcla de gases que se pueden encontrar en yacimientos naturales. Es considerado el combustible fósil más limpio. También es más económico en su almacenaje que el petróleo y el carbón.