Llevamos décadas escuchando hablar del cambio climático y lo más probable es que aún no alcancemos a comprender por qué se decidió empezar a llamarlo ‘calentamiento global’. ¿Acaso no tenía gancho tal y como estaba o es que tenía demasiado y había a quien no le interesaba? Esto da para debate, desde luego, pero hoy nos quedamos en la definición, que es probable que haya cambiado un poco desde que la estudiamos hasta hoy.
En cierto modo, aunque hay quien apunta a los intereses de ciertos Gobiernos, sí que tiene sentido que llevemos unos años hablando de calentamiento global. Según las Naciones Unidas, el cambio climático es un cambio de clima provocado por la actividad del hombre, ya sea de forma directa o indirecta. ¿Pero qué quiere decir esto exactamente? Pues que nuestra actividad en el planeta, mayormente la industrial, lleva décadas afectando negativamente a la atmósfera. La capa que nos protege de las amenazas exteriores cada vez es más delgada, y esto está provocando que los rayos del sol incidan con más fuerza que nunca sobre la superficie de la Tierra.
¿Las consecuencias directas de todo esto? El planeta en el que vivimos está viviendo un efecto invernadero que ha provocado un aumento sistemático de las temperaturas habituales. Sequía, desertificación, deshielo de los polos, subidas en el nivel del mar que acabarán con millones de kilómetros cuadrados de zonas costeras… Un auténtico desastre de proporciones bíblicas que estamos a tiempo de detener si ponemos algo de consciencia.
Los principales actores de esta función deben ser los Gobiernos y las grandes multinacionales, desde luego, pero cada uno de nosotros puede poner su granito de arena para frenar el cambio climático. Medidas como utilizar el transporte público en vez del privado, reducir nuestro gasto de recursos no renovables y ahorrar energía pueden ser determinantes para nuestro futuro. ¿Lo mejor? Sin duda, enseñar a los que nos rodean que el cambio es posible, ¡que reducir nuestra huella de carbono es muy sencillo si se pone empeño!
Desde instituciones como la Unión Europea advierten que la causa principal del cambio climático es el efecto invernadero. Este fenómeno se produce porque los gases que están presentes en la atmósfera retienen el calor que procede del sol, impidiendo que sea liberado al espacio.
Este fenómeno también es conocido como calentamiento global y esos gases que retienen el calor se producen de forma natural o a causa de las actividades humanas. Algunos de ellos son el dióxido de carbono, los gases fluorados, el metano y el óxido nitroso.
La combustión del carbón, del petróleo y del gas, la tala de los bosques, la ganadería extensiva o el uso de fertilizantes son algunas de las actividades humanas que liberan esos gases que se mantienen en la atmósfera provocando el efecto invernadero.
Los principales actores de esta función deben ser los Gobiernos y las grandes multinacionales, desde luego, pero cada uno de nosotros puede poner su granito de arena para frenar el cambio climático. Medidas como utilizar el transporte público en vez del privado, reducir nuestro gasto de recursos no renovables y ahorrar energía pueden ser determinantes para nuestro futuro. ¿Lo mejor? Sin duda, enseñar a los que nos rodean que el cambio es posible, ¡que reducir nuestra huella de carbono es muy sencillo si se pone empeño!
Un avance del cambio climático puede tener consecuencias devastadoras que sufrirían los entornos naturales, los sectores empresariales y económicos, y, sobre todo, las comunidades humanas que habitan en los cinco continentes.
Las consecuencias naturales se manifestarían en un aumento desmesurado de las temperaturas que haría más difícil la habitabilidad de ciertas regiones y ciudades. Además, aumentaría el riesgo de incendios.
La cantidad de agua dulce también quedaría comprometida, se produciría un aumento destacado del nivel del mar y en algunas zonas del planeta se daría un incremento de las precipitaciones que provocaría un aumento de las inundaciones. Por el contrario, habría regiones en las que disminuirían las lluvias, generando sequías, bajaría la calidad del suelo y se reduciría el equilibrio que enriquece la biodiversidad marina y terrestre.
En lo que respecta a las consecuencias humanas, habría mayores riesgos de padecer problemas de salud a los que estarían expuestos las poblaciones más vulnerables. También es importante el hecho de que habría que acostumbrarse a vivir en entornos naturales más hostiles que los actuales.
Estos riesgos ya obligan a aplicar soluciones para reducir los efectos del cambio climático. Además, las actividades económicas también se verían resentidas. Los sectores agrícolas y energéticos quedarían muy perjudicados y lo mismo sucedería con el sector turístico. Por otro lado, aumentarían las dificultades para realizar cualquier actividad en entornos naturales como los bosques y se generaría un contexto de incertidumbre e inestabilidad que provocaría un aumento de las primas de los seguros.
Las consecuencias que tendría el cambio climático en España serían las mismas que se producirían a nivel global. En primer lugar, se crearía un entorno sobrecalentado en el que la temperatura media aumentaría más de 2 grados. Además, habría que enfrentarse a veranos en los que las olas de calor se producirían con bastante frecuencia.
Todo esto aumentaría el riesgo de incendios forestales, los entornos urbanos serían menos habitables y también habría una pérdida de diversidad. Hoy en día se han tomado medidas como la ley del cambio climático, ya que se considera que los próximos 7 años son decisivos para el futuro climático de España.