En un tiempo en el que cada vez nos preocupamos más por el entorno que nos rodea y por ser menos dañinos para nuestro planeta, lo más probable es que ya hayamos escuchado hablar del consumo responsable. Eso sí, a la hora de incorporarlo a nuestras conversaciones… ¿Estaríamos completamente seguros de que estamos utilizando bien el concepto? Hoy os explicamos qué es el consumo responsable y por qué está en boca de todos, ¡y a partir de ahora también en la vuestra!
¿Qué significa consumo responsable?
El consumo responsable es todo lo contrario al consumo irresponsable, también denominado consumismo. Vivimos en una cultura en la que calmamos la ansiedad saliendo a la calle a comprar algo. El mero hecho de tener algo nuevo, sin importarnos su origen, o cómo se ha producido, nos hace sentirnos más tranquilos, pero… ¿No debería ser más bien al revés? El consumo responsable es tomar mayor conciencia sobre lo que nos rodea. Comprar con cabeza, aprovechando al máximo nuestros recursos y procurando que el impacto sobre la naturaleza sea el menor posible. Dicho de otro modo, el consumo responsable aplica criterios sociales y ambientales al proceso de compra para ser así más consecuentes con nuestras intenciones.
¿Qué beneficios nos reporta el consumo responsable?
La máxima que persigue el consumo responsable es comprar menos cosas, aprovechándolas al máximo y haciéndole el menor daño posible al ecosistema. Con esto, además de ser un poco más verdes, estaremos asegurándonos de estar consumiendo productos de cercanía y, por tanto, de temporada. Esto le viene de escándalo a nuestro organismo, que aprovecha cada gota de vida que hay en ellos, pero también impulsa la economía local, que en estos tiempos es más importante que nunca. ¿Cómo podemos empezar a consumir de forma responsable? Pues haciendo la compra en lugares de confianza que sepamos que traen los productos de productores locales, y mirando las etiquetas de los demás para comprar, preferentemente, aquellos con los que más nos identifiquemos.
Los principios del consumo responsable
El consumo responsable tiene una serie de características y de patrones que parten de la base de adquirir un producto de calidad a la vez que se consume de forma consciente. Partiendo de esa base, destacan una serie de principios.
- Ética de consumo: en el consumo responsable hay que valorar elementos como el respeto al medioambiente y a los derechos de los productores. Además, ese consumo también es un acto crítico, ya que al ejecutarlo se valoran las condiciones sociales y ecológicas de la producción.
- Valoración ambiental: cuando se lleva a cabo un consumo responsable hay que dar valor a los recursos naturales para evitar que el medioambiente sufra una degradación. Este tipo de consumo también es sostenible porque contribuye a que la generación de residuos sea menor.
- Acto saludable: el consumo responsable lleva a construir una alimentación equilibrada y sana. Además, siempre está presente el rasgo de que los productos consumidos son respetuosos con el entorno en el que se generan.
- Acción social: el hecho de poner el foco en el entorno y en las condiciones en las que se crean los productos, provoca que el consumo responsable sea solidario con los productores y con las generaciones venideras, a la vez que es socialmente justo, ya que se sitúa en contra de la discriminación y de la explotación.
Hábitos de consumo responsable
Uno de los fundamentos del consumo responsable es que todas las personas pueden aplicarlo al realizar pequeños actos cotidianos. Muchos de ellos se convierten en hábitos que se llevan a cabo de forma automatizada. Estos son los más destacados.
- Reducir los residuos: la generación de residuos es muy perjudicial para el medioambiente y para los diferentes ecosistemas. Aplicar las tres erres, reducir, reutilizar y reciclar evita que el planeta se convierta en un lugar de almacenaje de desechos.
- Ahorro de energía: un consumo innecesario y excesivo de energía tiene consecuencias para el medioambiente. Además, aumenta la huella de carbono y reduce la disponibilidad de combustibles fósiles que en algunas zonas son escasos. Usar bombillas de bajo consumo o gastar la cantidad de agua estrictamente necesaria contribuye a ese ahorro de energía.
- Controlar el consumo de alimentación: una alimentación de procedencia industrial y excesiva es muy perjudicial para el planeta y para ciertas comunidades. Todo esto hace que sea importante optar por el comercio de proximidad y por apoyar a los productores locales.
- Reducir la compra de ropa: las grandes superficies lanzan ofertas para la compra de ropa que provoca que se adquieran prendas que apenas se usan. Además, para la fabricación de este tipo de ropa se consumen recursos naturales de forma excesiva, entre ellos el agua. La compra de prendas de comercio justo o de procedencia local contribuye a un uso de la ropa mucho más sostenible.
- Moverse de una forma responsable: el uso excesivo del coche aumenta el envío de gases nocivos a la atmósfera. Desplazarse en transporte público o compartido, así como reducir los desplazamientos, es otra forma de consumo responsable.
Ejemplos de consumo responsable
A día de hoy se pueden encontrar multitud de ejemplos de consumo responsable. Algunos de los más habituales y accesibles son el uso de la energía verde, los desplazamientos en bicicletas, el rechazo a las bolsas de plástico, el evitar las compras compulsivas o el consumir productos a granel.