
Sostenibilidad
10 posibles ideas y soluciones al cambio climático
6 minLa respuesta al calentamiento global no pasa solo por eliminar los coches de combustión o renovar el parque de calderas vetustas.
Actualmente la revolución de la energía está más viva que nunca gracias al auge de las energías renovables y alternativas. Energía y medioambiente están más conectados que nunca, tanto por sus impactos negativos como por una apuesta más sostenible.
Y seguro que muchas veces has pensado en la huella de carbono de ciertos productos o actividades, pero ¿alguna vez has reparado en el impacto medioambiental del consumo de energía?
Año a año la demanda energética crece debido al aumento de la población y a la digitalización de la economía y el mundo laboral. Porque, aunque Internet parezca algo etéreo que no genera ningún impacto, la realidad es que requiere una enorme cantidad de energía.
Y esta demanda está íntimamente ligada a la supervivencia de los ecosistemas. Hasta hace bien poco, esta demanda se satisfacía mediante fuentes no renovables y aunque eran eficientes, generaban grandes cantidades de residuos tóxicos.
Afortunadamente esto está cambiando, y aumenta cada vez más el porcentaje de uso de energías que provienen de fuentes renovables. ¿Estamos salvados? No exactamente. Aunque no se suele hablar de ello, las apuestas energéticas del futuro también contaminan.
En el mundo actual la energía es algo indispensable, tanto para la economía como para el desarrollo social. Eso, claro, no implica que no sea un arma de doble filo muy peligrosa dependiendo de qué manos la manejen.
Hablar de energía y medioambiente es hacerlo de un tema que todavía tiene mucho que mejorar. Pero por suerte ya son varios los países que están tomando medidas en el marco del Acuerdo de París y los objetivos sostenibles hacia el 2030.
Desde la primera Revolución Industrial, la industria energética no había cambiado demasiado hasta hace algunos años. Seguía proviniendo de fuentes fósiles y no renovables, como el petróleo, el gas o el carbón.
Es decir, la energía que más impacto genera en el medioambiente. Al hablar de esta cuestión debemos tener en cuenta todos los pasos: obtención, distribución, almacenamiento, consumo y desecho. Cada uno de estos pasos tiene su propia huella.
Pero en este artículo nos centraremos en el impacto del consumo de la energía, el que generamos los usuarios. El consumo de cualquier energía genera emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero), y estas emisiones pueden clasificarse en 2 grupos dentro del ámbito residencial:
Por desgracia, cualquier actividad que realicemos tiene su reflejo en los ecosistemas, tanto un impacto directo como indirecto. Y la solución no es encontrar una energía 100% limpia, sino que está en elegir alternativas menos dañinas.
Teniendo en cuenta esto, es necesario que como consumidores también planteemos un consumo más responsable de la energía y seamos conscientes del cuidado de los recursos naturales.
Como se ha demostrado con innumerables estudios, el uso de energías fósiles lleva consigo una enorme huella ecológica, compuesta por la explotación de recursos naturales, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de agua y suelos, y las emisiones de CO2.
Entre las energías de fuentes no renovables más utilizadas encontramos: el petróleo, el carbón y el gas natural. Todas ellas tienen un gran costo para el medioambiente en distintas etapas de su proceso.
Hablando del petróleo, el principal problema son los derrames en el mar que afectan la biodiversidad y contaminan las aguas. En cuanto al consumo, el impacto que genera este combustible, al igual que el gas, son las altas emisiones de CO2.
Utilizados como combustibles para la industria del transporte, los coches, barcos o aviones tienen una enorme huella de carbono debido al tipo de energía que utilizan. Por otro lado, las industrias y las viviendas también utilizan energía que proviene de estas fuentes y generan emisiones dañinas.
Por suerte, la apuesta por las energías verdes es cada vez más habitual, pero aunque estas alternativas sean más sostenibles, también tienen un impacto en el medioambiente.
Dentro de las energías renovables más utilizadas en España encontramos: la energía eólica, la energía solar fotovoltaica (por placas solares), la energía hidráulica, la energía nuclear, entre otras.
Es importante diferenciar entre energía renovable y energía limpia.
Aunque se utilicen como sinónimos, no son lo mismo. La energía limpia es aquella que no genera emisiones ni residuos. Con esta definición, podemos acordar que la mayoría de las energías de fuentes renovables no son 100% limpias, pero aun así son la mejor alternativa para un consumo más sostenible.
Por otro lado, estas suelen ser las energías más baratas, con costes que bajan cada año gracias a las inversiones y las regulaciones locales que promueven su instalación y uso.
Pero como mencionamos anteriormente, energía y medioambiente nunca están separados, y estas energías también tienen su impacto. A ellas se relaciona una baja emisión de CO2, tanto en su producción como durante su consumo.
Por eso es importante no quedarse únicamente con el mensaje de orgullo que resuena en los medios. En 2020 hasta un 66,9% de la producción estuvo libre de emisiones de C02, y se había reducido en nada menos que un 60% el peso del carbón respecto al año anterior.
Son datos esperanzadores que respaldan la idea de una futura España como motor renovable de Europa. Pero no hay que despistarse. La mano humana siempre tendrá impacto en el medioambiente, y cuando el fenómeno verde escale, habrá que resolver otras incógnitas.
Se estima que 2/3 de los gases de efecto invernadero provienen del sector energético, por lo que es indispensable realizar el cambio hacia energías que generen menos daños en el medioambiente durante su producción y su consumo.
Debido al cambio climático y los desastres naturales asociados, cada vez es más evidente que debemos evaluar el impacto medioambiental de nuestras actividades y tomar cartas en el asunto.
Apostar por las energías renovables es muy beneficioso para la economía, ya que genera más puestos de trabajo. Y también es positivo para la seguridad energética, ya que se comienza a depender menos de recursos externos, poco confiables y agotables.
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