El deterioro del planeta, cada vez más agudizado, nos ha puesto en evidencia que no todo vale para lograr el desarrollo económico. Por eso, las políticas empresariales están cada vez más enfocadas a un equilibrio entre el beneficio económico de las empresas y la conservación del medio ambiente. Poner en marcha procesos de producción sostenibles es una preocupación cada vez mayor para los gobiernos y la sociedad. Es necesario encontrar soluciones para seguir dando pasos en el progreso económico de las empresas y de los países sin menoscabar la salud de nuestro medio ambiente. De ahí surge la llamada economía medioambiental.
La economía medioambiental es aquélla que estudia el impacto económico que tienen las políticas ambientales, es decir, valora el coste-beneficio de la conservación de los recursos naturales en conjunción con las decisiones económicas.
Esta rama de la economía analiza las decisiones económicas que tienen una repercusión en el medio ambiente y tiene como objetivo determinar cómo debe ser la optimización de recursos naturales escasos que pueden resultar de utilidad para el consumo humano.
La economía medioambiental no sólo realiza un estudio empírico de la repercusión de las políticas ambientales en la economía sino que también busca proponer alternativas y soluciones diferentes para un desarrollo más sostenible, siempre sin perder de vista el beneficio empresarial. Eso se traduce también en múltiples beneficios para las empresas y para la sociedad, como por ejemplo: