Somos cada vez más conscientes de la necesidad de proteger el medio ambiente pero es imprescindible la implicación de todos para que realmente el cuidado del planeta en el que vivimos nos permita una existencia sostenible. Por eso, son bienvenidas todas las políticas que provienen de las instituciones públicas para mejorar el aire que respiramos, como es la delimitación de los estándares de contaminación.
Los estándares de contaminación o estándares de calidad ambiental son los indicadores que determinan los valores máximos permitidos de partículas contaminantes en el aire. Esos valores están establecidos por las autoridades medioambientales competentes, que en el caso de España vienen marcados por la normativa de la Unión Europea. Esta legislación regula los límites aceptables de emisión de gases contaminantes a la atmósfera y se basa en el Protocolo de Kioto, cuyo objetivo es reducir las emisiones de gases con efecto invernadero.
Las normas al respecto son cada vez más restrictivas respecto a las emisiones de gases como el óxido de nitrógeno, los hidrocarburos, el monóxido de carbono y otro tipo de partículas nocivas para el medio ambiente que proceden, fundamentalmente, del transporte (automóviles, camiones, trenes y demás maquinaria de estas características).
Nuestro país está obligado a reportar un informe a la Comisión Europea cada año en el que detalle los datos sobre la calidad del aire que respiramos en base a esos estándares de contaminación establecidos en la normativa comunitaria. Así se obtiene una visión general sobre las condiciones en las que se encuentra el aire que respiramos, pudiendo ver también el progreso conseguido con la aplicación de la normativa vigente.
Para cumplir con la legislación europea se establecen una serie de controles de las emisiones que son de aplicación, por ejemplo, para los vehículos que se fabrican y que se van a comercializar en la Unión Europea, aunque la norma no es obligatoria para los que ya están en circulación. Es obligatorio cumplir con los límites de emisiones contaminantes en el uso de la tecnología, que están fijados de forma diferente para cada tipo de vehículo.