En un mundo en el que cada vez es más habitual que todo funcione gracias a la energía eléctrica y que depende cada vez más de las baterías, conviene tener claro cuán beneficiosas o no son este tipo de tecnologías para el medioambiente. Son muchos los países que se han comprometido con las cero emisiones de gases a la atmósfera para 2050, pero para conseguir este propósito así de ambicioso necesitamos que las baterías evolucionen a pasos agigantados.
Sabemos que la energía eléctrica puede conseguirse a través de energías renovables y que esta es la vía que debemos explotar, pero antes de dar el paso decisivo debemos contar con baterías que nos garanticen una forma de funcionar lo más similar posible a la actual. Almacenar energía es algo vital de cara a mantener nuestro tren de vida tanto a nivel personal como empresarial. Eso sí, ¿hemos valorado como es debido el impacto ambiental de las baterías? ¿Sabemos cuáles de ellas son más convenientes que otras? Hoy venimos precisamente a eso, a contaros qué y cómo podemos esperar de las baterías a nivel contaminación.
¡Atentos, que esto nos interesa a todos!
El gran impedimento de los coches eléctricos a la hora de resultar realmente competitivos en su enfrentamiento con los de motor de combustión es, además de su precio, su autonomía. Queremos vehículos capaces de recorrer grandes distancias, de cruzar el país si hace falta, y no tener que detenernos varias horas por el camino para poder llegar a nuestro destino.
Asimismo, las motocicletas eléctricas, bicicletas o patines se enfrentan a la misma problemática. A mayor autonomía, mayor atractivo para el cliente final. Sin embargo, a mayor autonomía, mayor peso, y a mayor peso… peor ecuación para cualquier tipo de medio de transporte. De ahí que durante los últimos años se hayan seguido nuevos caminos en el mundo de las baterías.
Necesitamos mayores autonomías con el mismo o incluso menos peso, o lo que es lo mismo: poder almacenar más energía con la que poder movernos. Y eso en cuanto al transporte, ¿pero qué ocurre con todo lo demás? Exactamente lo mismo: un edificio que funciona con energía solar necesita almacenar energía eléctrica suficiente para una temporada de lluvia. ¡No podemos depender de un sistema que no se sostiene! Ahora bien, ¿sabemos cómo afectan las baterías a nuestro planeta? O mejor aún, ¿cómo lo harían unas baterías aún más avanzadas?
Lo cierto es que las baterías, al menos las que conocemos a día de hoy, estás compuestas por elementos bastante contaminantes. Ojo, no decimos que contaminen el medioambiente durante su funcionamiento, pero sí que hay que tener cuidado con ellas a la hora de desecharlas.
La mayoría de las personas desconoce los efectos negativos de las baterías, pero muchos de ellos son los responsables de que algunas especies animales estén en peligro de extinción en España. Ahora bien, ¿sabemos qué es una pila y qué una batería?
Lo cierto es que, por definición, una pila no deja de ser una batería. Eso sí, una pila tiene una capacidad y una potencia limitadas, mientras que una batería, por lo general, está compuesta por varias pilas. Es decir, la primera es una celda unitaria de energía, mientras que la segunda es un conjunto de pilas que varía su capacidad en función de cuántas la compongan.
Otra diferencia entre ambas es que la pila no pierde su carga eléctrica con el tiempo, pero sí la capacidad de ser reutilizada. Las baterías, sin embargo, pierden carga eléctrica aunque no se utilicen (las del coche son un gran ejemplo de esto), pero pueden ser recargadas y tienen un ciclo de vida que, por lo general, suele rondar bastantes años. La de un vehículo, por ejemplo, está pensada para durar bastante, mientras que la de un smartphone empieza a dar problemas a los meses de adquirir el dispositivo y suele estar para el arrastre para el tercer o cuarto año.
La tendencia, lo que buscan los fabricantes de un tiempo a esta parte, es que utilicemos más baterías que pilas, puesto que su vida es más larga, solemos cuidar muchísimo más cuál será su destino final y, además, son las únicas capaces de garantizar un flujo constante de energía sin dejarnos a medias colgados. Además, tal y como veremos a lo largo de este post, las baterías están tendiendo a tener cada vez más capacidad y vida útil, por lo que son la solución perfecta a nuestras necesidades.
¿Lo mejor de todo? Pues que, al igual que las pilas, las baterías pueden ser sustituidas al final de su vida útil. Son más caras, desde luego, pero también mucho más eficaces, ¡y con una mayor vida útil!
Lo cierto es que lo primero en lo que pensamos al hablar de baterías es en las baterías de litio. Sin embargo, las investigaciones están avanzando tantísimo que la verdad es que no solo existen de otros tipos, sino que aún hay muchas por llegar.
Las baterías de litio, para que nos entendamos, son las que tenemos a nuestra disposición a día de hoy. A su vez, hay otros tipos de combinaciones que consiguen una mayor eficacia tanto en el almacenamiento como en el suministro de energía, aunque esto no quiere decir que el litio esté herido de muerte.
De hecho, aunque en el siguiente apartado veremos que cada vez hay más alternativas, lo cierto es que el litio aún no está herido de muerte. Uno de los principales motivos de esto son las baterías sólidas de litio, una forma con la que las automovilísticas están convencidas de que podrán dar el salto definitivo y abordar de una vez por todas la competencia directa con los vehículos tradicionales. Un detalle importante de las nuevas incorporaciones al mercado energético es que se busca que sean baterías menos contaminantes, así que minipunto y punto para los investigadores que están llevando a cabo estos estudios.
Está claro que al final lo que realmente les interesa es el negocio, colocar sus baterías en cuantos más dispositivos mejor, pero si esto nos ayuda a nosotros dándonos una mayor autonomía, gastando menos y contaminando lo justo (o nada de nada), el combo ya es prácticamente perfecto.
Ojalá esto ayuda a que no tengamos que hablaros más de cómo mantener el hábitat de los animales, o a no tener que seguir enseñando cómo se clasifican las especies en extinción porque dejemos de acabar con ellas. ¡Ojalá!
Hasta hace unos pocos años, no nos planteábamos siquiera que pudiese haber distintos tipos de baterías. No nos importaba lo más mínimo. Por fortuna nos hemos dado cuenta al fin del daño que estamos haciéndoles a los distintos reinos biológicos, o del peligro al que estamos exponiendo a especies como el oso pardo ibérico. Y mejor aún, de que nuestra generación es la que está a tiempo de cambiar todo esto. De ahí que cada vez haya más y más tipos de baterías. Y aún mejor, de que estas contaminen cada vez menos, ¡echémosles un vistazo a alguno de ellos!
Son las baterías a las que tenemos acceso a día de hoy. No permiten una autonomía duradera, su vida útil a buen ritmo es más bien escasa y, aunque bien cuidadas pueden durar varios años, lo cierto es que no son las indicadas para temas como la movilidad o el almacenamiento energético en los hogares. De ahí que las distintas industrias hayan decidido investigar alternativas para unos dispositivos que empiezan a quedarse cortos incluso para nuestros smartphones.
La verdad, ojalá tanta innovación se vea reflejada en nuestros teléfonos móviles, ¡nuestro reino por un teléfono que resista una semana sin tener que pasar por el cargador!
Este tipo de baterías son las que llevaban los primeros coches eléctricos. No perimitían una amplitud de movimientos tremenda, todo hay que decirlo, pero en ese momento poder contar con 100 kilómetros de energía fue un auténtico bombazo. Cierto, eran bastante eficaces y funcionaban genial a pesar de las malas temperaturas, lo que las hacía ideales para determinadas zonas geográficas, pero su peso jugaba totalmente en su contra.
Por otro lado eran económicas, pero como veremos un poco más adelante… en términos medioambientales, lo barato termina saliendo caro, ¡y de qué manera! La suerte que tenemos es que en términos tecnológicos, ‘el año pasado’ es muchísimo tiempo. De ahí que durante los últimos años hayan surgido multitud de alternativas mucho mejores para nuestros intereses y los de nuestro planeta.
Mucho más caras que las anteriores, pero con una vida útil más de tres veces mayor, más ligeras y mucho más limpias a la hora de deshacernos de ellas: tan sencillo como llevarlas a un punto limpio, ¡porque son 100% reciclables!
Conceden mayor autonomía que los dos tipos de batería citados con anterioridad y pueden llegar a cargarse hasta 2.000 veces. Sí, son más caras, pero por cada cuatro baterías de plomo-ácido, solo tendremos que cambiar las de este tipo en una ocasión.
De todos modos, este tipo de baterías siguen sin ofrecer una autonomía completamente óptima a nuestros vehículos eléctricos. Del mismo modo que queremos un móvil que podamos pasar una semana sin cargar, lo normal es que queramos un vehículo que no haya que cargar a diario, o que nos permita hacer un viaje de cierta envergadura sin tener que para varias horas a repostar.
Con respecto a esto último, también es importante que resistan la carga rápida, ¿verdad? Pues atentos, porque el futuro, curiosamente, vuelve a venir de la mano del litio.
¿Quién nos iba a decir que volver a los orígenes era la mejor forma de conseguir el efecto que buscábamos? Resulta que el litio era la respuesta desde el principio, pero que no estábamos utilizándolo de la forma más eficiente.
Las baterías sólidas de metal de litio no solo tienen una vida más larga, sino que presumen de una potencia de carga altamente superior al resto. Avances publicados por la prestigiosa Universidad de Harvard hablan de una batería de este tipo que podría cargar un coche en apenas 10 minutos. ¡10 minutos! Sí, es un poco más de lo habitual, pero algo bastante más aceptable que tener que parar varias horas para poder continuar. Y si esto es ahora, a partir de 2033, cuando ya hayamos pisado Marte, no os contamos...
Aunque la gran mayoría de dispositivos que van saliendo al mercado en la actualidad van dejando de equiparlas, aún hay otros muchos en nuestros hogares que sí que las llevan y de los que aún tendremos que desprendernos. ¿Y qué queremos decir con esto? Pues que conviene que sepamos qué tipo de baterías son las más contaminantes para saber cómo desprendernos de ellas llegado el momento.
Es probable que ni siquiera hubiéseis pensado que podían ser perjudiciales tanto para vosotros como para la naturaleza, pero creednos, podemos evitar grandes males con gestos de lo más cotidianos. ¡Y merece muchísimo la pena!
El plomo no es bienvenido por la naturaleza. Es por ello que os decíamos antes que, a pesar de ser más económicas, este tipo de baterías no resultaba para nada aconsejable. De hecho, se trata de un componente que no solo hace daño a nuestro planeta cuando las desechamos, sino que puede extender dicho daño hasta 500 años en el tiempo.
La verdad es que no somos para nada conscientes de los materiales que utilizamos en nuestro día a día y, por desgracia, esto hace que no nos libremos de ellos como debiéramos. Como decimos, contamos con la ventaja de que nuestra generación tiene las armas y, sobre todo, la sabiduría suficientes para que esto no vuelva a constituir un amenaza para nuestro planeta.
Esta mezcla, aunque más beneficiosa y menos perjudicial que la anterior, tampoco es perfecta. Sobre todo, además de contaminar el medioambiente, resulta de lo más perjudicial para el ser humano. Tal y como os hemos comentado en el apartado anterior, son fácilmente reciclables llevándolas a un punto limpio y, además, se reciclan todo y cada uno de sus componentes. Eso sí, mal manipuladas pueden constituir un gran riesgo, ¡así que más vale andarse con ojo con ellas!