Seguramente hayas escuchado hablar alguna vez de los rayos UVA pero solo los asocies con el bronceado de la piel. ¿Qué pasa? Pues que hay mucho, mucho más detrás. Por eso hoy te mostramos qué es la luz ultravioleta y para qué sirve en casa.
Se le puso ese nombre porque su rango comienza en lo que el ojo humano identifica como el color violeta. No obstante, esta luz se encuentra por encima del espectro visible, por lo que es imperceptible para el ojo humano.
La luz ultravioleta es una radiación electromagnética con una longitud de onda intermedia entre la luz visible y los rayos X. Esta se encuentra entre los 100 y los 400 nm aproximadamente.
La luz ultravioleta forma parte de las emisiones del sol y tiene diferentes tipos, siendo los más famosos los rayos UVA (o UV-A), UV-B y UV-C. Actualmente, se pueden utilizar en diferentes ámbitos.
Lo más habitual es construir lámparas con luz ultravioleta para resaltar detalles que se escapan al ojo humano. Se pueden usar para:
Si quieres aprovecharte de las ventajas de la luz ultravioleta también lo puedes hacer sin comprarte una lámpara. Te enseñamos cómo:
Aunque presenten grandes beneficios, también resultan perjudiciales si se utilizan de manera errónea.
Uno de los principales inconvenientes de este tipo de luz es que empeora el estado de la piel y la envejece. Además, provoca quemaduras al exponerse durante un periodo prolongado.
Mantenerse mucho tiempo frente a los rayos ultravioleta puede favorecer la aparición de enfermedades visuales, llegando en casos extremos a la ceguera.
Hay que recalcar que con un uso adecuado de la luz ultravioleta no debería desarrollarse ningún problema de salud. El motivo principal de estos inconvenientes es la exposición prolongada y desmedida.
Los resultados perjudiciales serán peores y es más probable que aparezcan en personas: de avanzada edad, que pasan mucho tiempo al sol, con rasgos claros o que hayan tenido cáncer de piel.
La gran mayoría de los efectos perjudiciales de los rayos ultravioletas provienen de la luz solar. Las lámparas emanan una energía mucho menor y hacen un daño ínfimo.
El uso de crema solar cuando vamos a estar expuestos a largos periodos de exposición solar es básico. Si tomas el sol en tu terraza, aplícate protección de manera regular.
Adecúa la distribución de las habitaciones para no recibir luz solar directa e identifica a qué hora es más agresiva la radiación. Mueve los muebles para no exponerte a un impacto directo.
Usa cortinas de colores claros en las ventanas para reducir la entrada de luces ultravioleta en la vivienda. Estos enseres se suelen desgastar con el tiempo, por lo que habrá que renovarlos con cierta frecuencia.
Para proteger tus ojos de la radiación no olvides usar gafas de sol con filtro de protección UV. De esta manera, te aseguras de que tus corneas no sufran daños y cumplan sus funciones sin ningún riesgo.
Aunque hayamos dicho que la luz ultravioleta es invisible para el ojo humano, existen algunas personas que son capaces de percibirla.
La cornea se encarga de bloquear todas las longitudes de onda inferiores a 300 o 400 nm, sin embargo, las personas que carecen de cristalino son capaces de ver los rayos ultravioletas de color azul blanquecino.
También es posible que algunos niños y personas jóvenes consigan identificar longitudes de onda ligeramente superiores a 310 nm. Esta cualidad se pierde con la edad.
En el mundo animal hay una gran variedad de especies que son capaces de ver la luz ultravioleta. Aves, insectos, reptiles y algunos mamíferos pequeños distinguen estos rayos gracias a procesos de adaptación y evolución.
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