¿Apoyar la descarbonización o la lucha contra las desigualdades? Los planificadores urbanos se enfrentan a un dilema similar: ¿Aceptar la masificación urbana o construir hacia arriba? Los rascacielos son símbolo de modernidad, pero sí: también contaminan.
Diversos estudios ya han demostrado que estas grandes edificaciones que sufrieron un boom durante el siglo pasado tienen un importante impacto en el medioambiente. Parece una tontería, pero supone desmontar un mito ya enganchando a las ciudades del futuro.
Porque ¿cómo te imaginas las urbes de 2150? Seguro que con un montón de rascacielos y edificios altos. Parte de la culpa la tiene el cine y la literatura, al vender durante años el cyberpunk como una distopía urbana en vertical.
De hecho no hace falta irse tan lejos. Nueva York hoy es vista como un ejemplo de modernidad cosmopolita. El éxito de una ciudad muchas veces se mide en número de rascacielos, porque eso implica presencia de empresas e inversiones.
Bueno, pues más que un debate de modernidad o tradición, estos edificios están en medio de un enigma para la sostenibilidad de nuestra especie. ¿Nos hemos pasado? Lee lo que tenemos que decir sobre los rascacielos y su impacto en la biosfera, y luego nos cuentas.
Te resumimos el problema antes de dar la respuesta. Las proyecciones demográficas pronostican que para 2050 en torno al 70% de la población mundial vivirá en áreas urbanas. En España ese porcentaje se eleva hasta el 88% de los habitantes.
Esto supondrá un reto para los planificadores, que tendrán que pensar cómo alojar a tantas personas en tan poco espacio. No se puede construir a lo ancho, porque eso encarecería el transporte y reduciría la calidad de vida de las personas. Así que ¿vamos hacia arriba?
Algunas ciudades ya han iniciado ese camino. En China, por ejemplo, la gran urbe de Shenzhen se ha elevado hasta en 15 ocasiones en los últimos cinco años. El ritmo de construcción de rascacielos ha aumentado un 8% desde 1950 en todo el mundo.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Columbia, con ese ritmo podría haber ya unos 41.000 rascacielos a mediados de siglo. Se consideran tales aquellos que miden más de 150 metros. Ah, y estos además serán un 50% más altos que los actuales.
En teoría, esto permitirá alojar a muchas más personas en las grandes ciudades. "Se aprovecha mejor el espacio sin ampliar el tamaño de la urbe", pensarás. Pues sí y no. Los rascacielos son un drama para la biosfera y el medioambiente.
Empecemos suave. Según un informe de la Comisión Europea, en 2020 los edificios fueron los responsables del 40% del consumo energético y el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE. Y ojo, que hablamos de edificaciones en general.
Ahora lo elevamos a 200 metros de altura. ¿Qué pasa con los rascacielos? Su impacto debemos dividirlo en dos fases:
Para encontrar los números que defienden la tesis nos tenemos que sumergir en el estudio "Decoupling density from tallness in analysing the life cycle greenhouse gas emissions of cities". ¿Qué concluyen los investigadores? [Míralo aquí].
Sorpresa, sorpresa: los rascacielos emiten un 154% más de GEI durante su vida útil que los edificios normales. Lo contrario, expandir la ciudad a lo ancho, aumenta el uso del suelo, pero contiene el impacto medioambiental. Por lo que la respuesta es clara.
Aquí los científicos crearon cuatro modelos de ciudad dependiendo de su densidad de población, y compararon lo que emitirían en gases de efecto invernadero si tuviera rascacielos.
Es decir, qué pasaría si el problema de la densidad se resolviera por la vía de altura. No tiene mucho misterio: las urbes con unos 20.000 habitantes aumentarían sus emisiones de GEI un 142%, y las de 50.000 habitantes un 132%.
Los estudios no apuntan hacia la demonización del rascacielos, pero sí desmontan la idea de que la ciudad del futuro pasa por ellos. La solución a la masificación y la crisis climática pasa por la densificación con alturas controladas.
Es lo que ya está haciendo por ejemplo París, donde las normativas mantienen todos los edificios por debajo de las 10 plantas. No importa el incremento del uso del suelo cuando la variable que sale perdiendo es el planeta.
La otra vía para actuar es la remodelación de los rascacielos ya existentes. El Empire State Building neoyorquino ya pasó por un proceso así la década pasada y ahora se marca un recorte anual del 38% del consumo energético.
¿Y si cambiamos los materiales de construcción? En el futuro podríamos tener todos esos miles de rascacielos, pero hechos de madera. En Noruega el edificio Mjøstårnet de casi 90 metros de altura demuestra que es posible.
Nos hemos liado a dar cifras sin justificar. ¿Por qué contamina un rascacielos? Entre otras cosas, porque necesita muchos más recursos para su construcción, porque consume más energía y porque genera islas de calor.
Por todo esto, el futuro que nos imaginamos para las ciudades podría no ser tal. El planeta nos necesita y eso obligará en las próximas décadas a afrontar los retos de la humanidad desde otro punto de vista.
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