Mover las agujas del reloj para ahorrar energía. Ese es el pretexto con el que, en los años 70, se incentivó una medida comunitaria para paliar los efectos de la crisis del petróleo. Era, no obstante, algo que se venía haciendo de forma descontinuada para reducir el consumo de carbón tras la Primera Guerra Mundial.
Hoy, cambiar la hora cuando pasamos del horario de verano al de invierno, y viceversa, es ya una tradición. Es algo que se hace dos veces al año y que trastoca de forma más o menos importante nuestros ritmos circadianos.
¿Por qué se hace esto? La idea es que como los días de invierno tienen menos horas de luz natural, al adelantar una hora el reloj se consiguen aproximar los ritmos europeos con las horas de luz natural de cada país. Eso reduciría de facto el consumo de electricidad y gas.
Ahora bien, desde el pasado 2018 esto de cambiar la hora ha estado en el centro del debate. La Unión Europea sacó adelante una iniciativa para eliminarlo.
Igualmente esta medida no es universal. Los países latinoamericanos y africanos no tocan sus relojes durante el año porque apenas varían sus horas de sol con el cambio de estaciones.
En latitudes muy elevadas, el desfase de luz es tan elevado que con una sola hora más o menos no se resolvería nada.
Si Noruega y el resto de países nórdicos también cambian sus horarios en invierno y verano es simplemente para armonizar con sus vecinos europeos y no tener problemas logísticos innecesarios.
¿Es tan importante como se dice? En este artículo vamos a intentar explicarte cómo y por qué se cambia la hora. Vamos tras los beneficios reales de esta práctica tan normalizada en España desde hace generaciones.
El fin del verano fijado para el 22 de septiembre suele anticipar la llegada del segundo cambio horario del año. Este 2023 tuvimos el correspondiente el pasado marzo, y ahora nos preparamos para el correspondiente al salto invernal.
En esta ocasión lo que haremos será retrasar una hora los relojes. Por lo tanto, a las 3 de la madrugada serán las 2. Y si lo estás pensando sí: tendremos más tiempo para aprovechar las horas valle de la luz.
Además, con el cambio de hora los tramos horarios de la tarifa regulada permanecerán sin cambios, ya que los nuevos contadores digitales no tienen problemas para gestionar esta modificación horaria.
Ya lo hemos comentado más arriba. En 1973 Estados Unidos decidió contener los efectos de la crisis del petróleo con una medida en la práctica sencilla. En aquel momento el oro negro escaseaba y los precios de la energía estaban por las nubes.
Por eso los ejecutivos de la época decidieron recuperar una medida que ya se había venido aplicando desde la Primera Guerra Mundial, para intentar reducir la dependencia de las potencias europeas hacia el carbón, en momentos con muchos apagones por los bombardeos.
La primera vez que se hizo fue el 30 de abril de 1916, cuando todo el imperio alemán, el imperio austro-húngaro, Bulgaria y Turquía movieron las agujas. Poco a poco se irían sumando más países hasta llegar a Estados Unidos.
Es España el cambio de hora se empezó a aplicar el 15 de abril de 1918, aunque no se continuó durante todos los años. Durante la Guerra Civil el bando republicano tenía una hora y el sublevado otra distinta. ¡Habría zonas en los que no se corregiría esto hasta 10 años después!
En la década de los 70 la Unión Europea decidió adscribir la medida de Estados Unidos para contener los efectos de la crisis del petróleo. Y hoy, la Directiva 200/84/CE es la que regula el cambio de hora en el Viejo Continente.
Es una cuestión que aún hoy sigue generando debate entre economistas, médicos, ingenieros y políticos. Aunque en la teoría tiene sentido cambiar la hora en invierno y verano por el tema de las latitudes y los solsticios, los estudios no han conseguido ser consistentes hasta ahora.
La idea es que poniendo una hora al reloj se reduce el tiempo que hay entre el ocaso y el momento de irse a la cama. Con ello se reducen las actividades que requieren iluminación, y por tanto el consumo de electricidad.
Con la llegada del horario de invierno, al retrasar la hora se reduce un poco el error permitiéndonos disfrutar de algo de luz por las tardes (anochece de forma natural mucho antes).
El Departamento de Transporte de Estados Unidos llevó a cabo un estudio en 1975 para calcular cuánta energía se ahorraba realmente con el cambio de hora. La conclusión fue que se conseguía recortar un 1% de electricidad durante los meses de marzo y abril.
En España el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía condujo un trabajo similar y concluyó que ahorramos unos 6 euros al año gracias a estos ajustes horarios. Es un 5% en el consumo de energía eléctrica doméstica.
Parece poca cosa, pero si elevamos la mirada al espectro nacional nos encontramos con una ganancia de 144 millones de euros solo en los hogares, y de 350 millones si se suma a las empresas.
¿Es rentable o no? Bueno, depende. Si tenemos en cuenta que el gasto energético total está por encima de los 20.000 millones de euros al año, este ahorro puede parecer insignificante. Incluso la propia IDAE evita sentenciar nada.
“Hay numerosos estudios, basados incluso en experiencias reales en otros países, en las que los resultados no son concluyentes, y dependen en una medida muy importante en aspectos tales como la cultura, educación, etc”.
Ahora bien, el cambio de hora sigue suponiendo un ahorro, y uno además que contribuye a cuidar el medioambiente.
En 2018 la Comisión Europea lanzó una consulta no vinculante para preguntar a la población comunitaria si preferían mantenerse con el horario de verano todo el año. Es decir, que no se produjera, por ejemplo, el cambio previsto para este 30 de octubre.
Los resultados fueron sorprendentes: el 80% de los ciudadanos votó acabar con el cambio horario. Sin embargo, los Estados no se terminaron de poner de acuerdo y el asunto se postergó a 2021.
En España, una encuesta del CIS lanzada también hace tres años, reflejaba un sentimiento parecido al europeo en nuestro país: un 62,2% de los encuestados estaban a favor de acabar con el cambio de hora. El 65,4% para mantenerse en el horario de verano y el 13,8% en el de invierno.
La realidad es que por el momento se van a seguir moviendo la agujas del reloj dos veces al año. El Comité Económico y Social Europeo dice que los gobiernos apenas han consultado la cuestión, y es evidente que no existe unanimidad.
Además el Brexit ha enfriado todavía más el debate, dejando a Reino Unido fuera de posibles medidas comunitarias; lo que complicaría aún más el comercio y las relaciones diplomáticas con las islas.
Así que parece que por el momento seguiremos cambiando la hora cada último domingo de marzo y octubre. Si quieres ahorrar con esta medida, en EnergyGO te lo ponemos fácil con una energía 100% limpia y nacional.
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