Si hay algo fundamental a la hora de instalar cualquier aparato eléctrico es saber cómo regular la temperatura para que todas las estancias alcancen el nivel de calor ideal. No obstante, existen varios tipos de calor: sensible, específico y latente. Te explicamos qué diferencias hay.
Conocer en profundidad el significado de cada uno de ellos te ayudará a elegir el sistema de calefacción y de aire acondicionado más adecuados para climatizar tu hogar y ahorrar energía.
Para fabricar el sistema de climatización más eficiente, es muy importante que domines estos tres conceptos: calor sensible, específico y latente. Como ya te hemos contado en numerosas ocasiones, la eficiencia de los aparatos eléctricos siempre va ligada a alcanzar el máximo confort y ahorro energético.
Por ende, vamos a explicarte de forma detallada en qué consiste cada tipo de calor, cómo puedes aprovecharlo para reducir el consumo de energía y algunos ejemplos para cada uno.
El calor latente se define como esa energía calórica que produce una materia al cambiar de estado o fase (de sólido a líquido, de líquido a gaseoso, etc.) Durante este proceso, la temperatura no cambia. El cambio de fase también se conoce como estado de agregación.
Por un lado, el cambio de sólido a líquido equivale al calor de fusión. Si el cambio es de líquido a gaseoso se llama calor de vaporización. Además, cuando una materia o sustancia ya ha alcanzado la temperatura en que cambia de fase, el calor no puede aumentar.
Existen varios tipos de calor latente: fusión (de sólido a líquido), vaporización (de líquido a gaseoso), condensación (de gas a líquido), solidificación (de líquido a sólido) y sublimación (de sólido a gas).
Concretamente, el calor latente se origina cuando, al hervir el agua, este alcanza los 100 ºC y pasa de estado líquido a gaseoso. Si aplicamos esto al aire acondicionado, el calor latente se produce cuando hay un aumento de la humedad en el ambiente y, sin embargo, apenas se nota el cambio de temperatura.
En cuanto a la calefacción, al haber una diferencia entre la humedad interior y exterior, se percibe la entrada de calor al edificio. Por lo tanto, todo este calor se acumula tanto en el suelo, como en paredes y techo.
Por ejemplo, los sistemas de aerotermia son capaces de aprovechar el calor latente del aire para producir energía. En el caso de estos aparatos, el agua se calienta a temperaturas de entre 65 y 80 ºC.
A diferencia del calor latente, el calor sensible se produce cuando hay un cambio de temperatura evidente. Como te decíamos antes, el calor latente no se aprecia.
Dicho de otra manera, el calor sensible sí que supone un cambio muy notable en la temperatura ambiente. De ahí su nombre. Eso sí, la diferencia de calor se produce de forma continuada.
Aplicado a un aparato de aire acondicionado o calefactor, lo que ocurre es que el aparato eléctrico tendrá que realizar un esfuerzo mayor para cambiar su temperatura. Por ende, este cambio es más brusco que cuando hablábamos del calor latente.
Aquí la principal diferencia que existe entre el calor latente y el calor sensible es que la subida de temperatura es distinta en cada caso. Apreciar bien estas diferencias te ayudará a elegir el mejor sistema de climatización para tu vivienda. Asimismo, te será mucho más sencillo ahorrar electricidad.
En conclusión, cuando el calor es sensible se produce una variación de la temperatura. No obstante, si el calor es latente, la temperatura será constante y esta generará cambios en el estado de la materia: de sólido a líquido, de líquido a gaseoso y viceversa.
Ahora que ya conoces las diferencias entre calor latente y calor sensible, otro término que debes dominar es el calor específico. Este depende de la presión atmosférica. Por lo tanto, una misma materia o sustancia puede estar sometida a mayor o menor calor específico en función de la presión.
Con ello, nos referimos a que el calor específico representa la cantidad de calor que necesita un lugar o espacio para que este pueda aumentar de temperatura. En este caso, las dimensiones de cada espacio son muy importantes para que haya un determinado calor específico.
Como ejemplo, el agua solo necesita de una caloría para aumentar un grado de temperatura. De hecho, se trata de la sustancia con mayor calor específico. Por este motivo, su presencia es tan importante en la regulación de la temperatura del planeta.
En definitiva, el calor latente, sensible y específico te ayudarán a saber qué tipo de aparato de aire acondicionado o calefacción son más adecuados para tu vivienda. No es lo mismo elegir un sistema que tenga un nivel de calor o temperatura u otro. Todo dependerá de tus necesidades y del tamaño de tu hogar.
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