Cuando hablamos de biomasa lo hacemos de una fuente energética que aprovecha la materia orgánica, ya sea tanto animal o vegetal, para obtener energía tras aplicarle procesos químicos o artificiales. Tras transformarlo, se presenta a través de diferentes recursos (biocombustibles, energía térmica, biogas…) para el uso calorífico, mecánico o eléctrico.
Cabe recordar que la biomasa es una de las fuentes energéticas más importantes y antiguas. Su uso se vio afectado a partir de la revolución industrial por el uso de los combustibles fósiles como el petróleo o el carbón. Sin embargo, se ha mantenido como fuente de energía que poco a poco ha ido retomando fuerza.
La biomasa es una fuente de energía que se puede diferenciar en tres tipos: natural, residual o producida.
La biomasa natural es que la produce la intervención humana sin necesidad de procesos o alteraciones de cualquier tipo.
Por su parte, la biomasa residual son los que provienen de las actividades de las personas. Pueden ser desde desechos de agricultura (huesos de aceituna, cáscaras a restos de madera.
Y, por último, la biomasa producida es la que se lleva a cabo en cultivos con el único fin energético.
La biomasa es un tipo de energía renovable, puesto que es abundante y permite conseguir energía y calor de manera limpia y eficiente. Se trataría de la nombrada biomasa natural, que se obtiene directamente del calor del sol, provoca corrientes de aires o la evaporación de los mares. Todo ello hace posible la fotosíntesis de organismos vegetales.
A priori, el aprovechamiento de la biomasa resulta tremendamente ventajoso para la naturaleza. Se trata de materias que no utilizaríamos de ningún otro modo y que, respetando los procesos, no tienen por qué generar ningún tipo de emisión negativa a la atmósfera. El problema es que haya algún tipo de fuga o que, como está pasando, los países ricos se aprovechan de las plantaciones agrícolas de los pobres.
El primer caso se controla respetando al máximo las medidas de seguridad. El segundo, sin embargo, es más difícil de mantener a raya. Cada vez son más las empresas que deciden talar bosques enteros en países subdesarrollados para poner plantaciones de maíz, por ejemplo, o que hacen que la comida suba de precio en estos lugares por su afán de quedarse con toda la producción para sus objetivos.
La biomasa conlleva un gran número de ventajas económicas y medioambientales, como las siguientes:
Por otro lado, hay algunas desventajas de la biomasa: