Por desgracia, en España nos ha tocado hablar de catástrofes ecológicas con demasiada asiduidad durante los últimos años. Imposibles de olvidar son las imágenes del hundimiento del buque Prestige frente a las costas gallegas y los devastadores efectos del chapapote sobre la fauna y la flora conforme este iba tocando tierra. Vale, está claro que sabemos identificar una catástrofe ecológica cuando la vemos, pero… ¿sabríamos definirla con corrección? ¡Una vez hayamos llegado al final de este post seguro que sí!
Para empezar, debemos tener clara la diferencia entre un desastre natural y un desastre medioambiental, como suele llamarse a la catástrofe ecológica. El primero de ellos se produce de forma fortuita en la naturaleza, como por ejemplo el tsunami que arrasó el sudeste asiático hace unos años. Sin embargo, la catástrofe ecológica está producida directamente por la actividad del hombre. El resultado de un desastre medioambiental puede ser realmente dramático, llegando a incluir en ocasiones el hecho de que la población de la zona se vea obligada a abandonarla en busca de un nuevo hogar en el que poder asentarse.
Tal y como diría más de una madre, la mejor manera de evitar un desastre medioambiental es ‘echando cabeza’. Y es que no, no hace falta ser capitán de un buque mercante para ocasiones un problema de dimensiones bíblicas. Sin ir más lejos, nuestro país es víctima todos los veranos de un gran número de incendios que asolan los montes destruyendo miles de hectáreas de matorral y bosques. No quemar ramas en los lugares que no están habilitados para ello, no tirar basura en la naturaleza o minimizar el consumo de energía eléctrica son algunas de las medidas que podemos utilizar para no ser parte del problema, sino de la solución.
Las catástrofes ecológicas están generadas por causas propias de la naturaleza y por factores humanos y tecnológicos. Además, las consecuencias de estas catástrofes recaen sobre el propio terreno y sobre la comunidad que habita en ese lugar.
Factores como la contaminación medioambiental o la explotación excesiva de los recursos renovables entre los que se encuentran los suelos o los bosques tienen una gran importancia. De hecho, siempre es recomendable habitar en un entorno limpio y poco contaminado. Otro factor que sobresale es la construcción de viviendas en zonas de alto riesgo o las medidas de extracción de minerales.
Por otro lado, hay áreas catalogadas como de alto riesgo de desastre en las que se produce una actividad humana que es perjudicial para las personas que residen o que ejercen su actividad en esas zonas. También sucede que en esas zonas de alto riesgo no suele haber medidas que sirvan para combatir o prevenir desastres, por lo tanto, están relacionadas como zonas de alta vulnerabilidad.
En los grandes ejemplos de catástrofes ecológicas aparece el factor de la intervención humana que tiene detrás un componente económico e incluso bélico. Además, algunos de ellos han tenido lugar en ciudades muy destacadas del primer mundo.
Una catástrofe ecológica es un suceso fortuito que puede tener consecuencias graves en una población que queda expuesta a sufrir daños físicos y psicológicos. Estas son algunas medidas que se pueden tomar para obtener la mayor protección posible.