Es probable que sepamos que los decibelios tienen que ver con el sonido, sobre todo si hemos sido muy fiesteros. Eso sí, ¿sabemos exactamente a qué nos estamos refiriendo cuando se habla de decibelios? ¿Y sabemos lo que provoca en el entorno natural el hecho de que haya más de la cuenta?
El belio es una unidad métrica que determina, entre otras cosas, la intensidad del sonido. Es por eso que los locales nocturnos cuentan con un limitador de potencia, para asegurar que no sobrepasan los límites marcados por la ley. Un decibelio (dB) es la décima parte de un belio, unidad que, como curiosidad, recibió su nombre nada menos que de Alexander Graham Bell, el creador del teléfono. El caso es que el belio es tan grande para lo que suele medirse que se ha estandarizado el uso de una fracción del mismo.
¿Y para qué se utiliza? Pues, básicamente, para medir lo alto que está emitiéndose un sonido. Por ejemplo, una conversación estándar suele rondar los 40 dB, mientras que una oficina de gran tamaño en hora punta está en torno a los 60 dB. Así se determina, por ejemplo que:
Una explosión de petardos, por ejemplo, estaría justo por debajo del umbral del dolor. Sin embargo, un martillo neumático, con 130 db, estaría justo por encima. De ahí la necesidad de que los operarios tengan que utilizar orejeras.
La contaminación acústica es un problema mucho más serio que no dejar dormir a los vecinos. Ojo, que ese problema, prolongado en el tiempo, es muy serio. La contaminación acústica no está tan reconocida como puede estarlo la polución (contaminación del aire), pero es casi tan grave como esta. Es, básicamente, todo ruido derivado de la actividad humana con decibelios que rayan o incluso superan el umbral del dolor. Por lo general, producen efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos.