La energía activa es la que logra que puedan encenderse y funcionar todos los dispositivos y electrodomésticos que se conectan a la red eléctrica. Este tipo de energía se mide en kWh (kilovatiohora) y todos los usuarios están familiarizados con la energía activa porque es la que aparece en documentos como la factura de la luz.
Esta energía se desplaza a través del cableado que está distribuido por todas las viviendas o locales comerciales y es esencial para que todos los artículos que están enchufados puedan cargar sus baterías y cumplir sus funciones.
En ocasiones la energía activa se confunde con la energía reactiva, pero son dos modalidades diferentes. La energía reactiva es aquella que se genera cuando se produce una reacción química a gran velocidad en la que además hay una reacción de ida y vuelta. Si la energía reactiva circula por el circuito eléctrico de una vivienda o un local lo hace a una velocidad mucho mayor que la energía activa.
La formación de la energía es un proceso químico y para que se produzca es necesario que haya una energía de activación, que es la energía mínima que se necesita para que se produzca una reacción química.
También adquiere una gran importancia la energía de activación negativa, esta forma de energía se produce cuando hay una transformación en la que un determinado elemento recibe o aporta energía, este proceso se denomina entalpía y si la entalpía presenta valores negativos este elemento sufre un proceso exotérmico en el que libera luz y calor.
A nivel químico también se producen efectos inversos de generación de energía, es decir, existe una energía de activación inversa y cuando esto ocurre la producción de energía de activación es mayor. Esta circunstancia se produce porque las moléculas del elemento que tiene que recibir esa energía necesitan un aporte mayor para poder activarse y que ese elemento pueda cumplir sus funciones.