El receptor eléctrico es un componente que puede aprovechar el contacto que tiene con la corriente eléctrica y generar un efecto en el que convierte la energía eléctrica en otro tipo de energía que se puede utilizar. Elementos como las lámparas, las resistencias o los motores son ejemplos claros de receptores eléctricos.
Este componente está presente en muchas instalaciones eléctricas domésticas y tiene tres magnitudes. Entre ellas se encuentran la tensión de funcionamiento, el consumo de potencia que realizan y la energía que resulta después de que hayan intervenido estas dos magnitudes.
El receptor eléctrico es un elemento fundamental en todos los circuitos, ya que es el componente que muestra que el paso de la energía se ha producido y que tiene una utilidad. El ejemplo más gráfico es el de la bombilla que recibe la energía eléctrica, la transforma en luz y la reproduce.
El receptor eléctrico también se caracteriza por ofrecer resistencia al paso de la corriente eléctrica, un rasgo que comparte con cualquier material que sea conductor eléctrico. El valor resistivo de un receptor electrónico se mide en ohms, que es la unidad de medida de resistencia eléctrica que se utiliza en el Sistema Internacional de Unidades.
Existen diferentes modalidades de receptores eléctricos. En primer lugar, se encuentran los receptores térmicos como las planchas o las estufas, que son capaces de transformar la energía eléctrica en calor. Por otro lado, aparecen los receptores lumínicos como las lámparas que convierten la energía eléctrica en luz.
Los receptores electroquímicos también son un tipo de receptores de electricidad y en este caso se trata de aquellos que convierten la energía eléctrica en química como las células electrónicas. Finalmente, se encuentran los receptores mecánicos que transforman la energía eléctrica en mecánica, como ocurre con los motores eléctricos.