En lo que va del 2021, han arrasado más de 37.000 hectáreas en todo el mundo y parece que esta cifra irá en aumento en lo que queda del verano.
Con temperaturas que llegaron hasta los 45°, el sudeste de Europa vivió una ola de calor sin precedentes, demostrando que la emergencia climática es evidente y la acción global, necesaria.
A pesar de que muchos de los focos han podido ser controlados, estos incendios forestales causaron muertes, destrucción de hogares, pérdida de vegetación y de animales en distintos países de Europa.
En España, el fuego llegó a finales de julio, afectando principalmente a Cataluña. Por las olas de calor, el viento y las sequías, el fuego se expandió rápidamente, pero fue controlado.
Pero no solo nuestro país fue el foco de los incendios forestales, sino que también lo sufrieron otros países como Portugal, Turquía, Albania, Kosovo y la isla de Cerdeña, con efectos devastadores. Grecia también es otro de los países más afectados, con 118 incendios en los primeros días de agosto.
Para entender mejor el fenómeno, en este artículo analizaremos qué es un incendio forestal, qué lo causa y cuáles son las medidas de prevención que pueden adoptarse.
Un incendio forestal es aquel que se produce en los bosques y son especialmente peligrosos comparado con un incendio en otro tipo de terreno. Suelen extenderse con facilidad y rapidez, creando imágenes aterradoras como las que hemos visto durante este verano.
Además de que se extienden con gran velocidad, los incendios forestales son complicados de controlar. Por tratarse de zonas no urbanizadas, el acceso de los bomberos o servicios de emergencia es más difícil y por ello se utilizan aviones hidrantes en muchos casos.
A nivel ambiental, es uno de los fenómenos más dañinos porque destruye el ecosistema en cuestión de minutos. Puede eliminar especies de plantas o animales protegidos, que podrían no volver a aparecer.
Una vez apagado el fuego, la recuperación del terreno es muy lenta. Se necesitan varias décadas para llegar al nivel inicial de vegetación, incluso con esfuerzos artificiales de reforestación.
La única diferencia es el lugar de origen. Los incendios forestales son exclusivamente los que se generan en los bosques y es uno de los incendios más dañinos.
Se distingue por su rápida extensión, ya que utiliza como combustible el mismo bosque: vegetación seca, árboles muertos y más. Por esta razón, las llamas toman mucha fuerza e incluso son fuegos que pueden superar obstáculos como ríos o carreteras.
Aunque se crea que los incendios forestales se producen por causas naturales, no siempre es así. De hecho, la mayoría de los incendios de este tipo son a raíz de la acción humana y se expanden con gran rapidez debido a las desfavorables condiciones climáticas.
Sin embargo, los incendios forestales también pueden ser accidentales. Un incendio forestal que se produce por causas naturales suele generarse por la combinación de la sequía con las altas temperaturas.
Al no recibir agua por mucho tiempo, las plantas liberan a la atmósfera un compuesto químico llamado etileno, que es altamente combustible. Si sumamos el calor, la sequía y el aire combustible, se crea la receta perfecta para el desastre de las llamas.
Y como mencionamos anteriormente, los incendios forestales se expanden a gran velocidad porque se alimentan de plantas secas y árboles muertos, altamente inflamables. Esto suele ocurrir en verano porque después de la primavera crece mucha vegetación en el suelo, que una vez seca ayuda a que el fuego se propague más rápidamente.
Otra de las causas naturales de estas piras medioambientales puede ser la caída de un rayo, pero es algo menos habitual.
Lamentablemente, la mayoría de los incendios forestales suelen ser intencionales o por imprudencias de los humanos. Entre las imprudencias más comunes se encuentran: hogueras que no se extinguen completamente o colillas de cigarrillo.
En este último caso hablamos de acciones provocadas por intereses económicos sobre la tierra, generando la destrucción del sistema ecológico forestal para liberar la zona de vegetación.
Si bien las causas más comunes de incendios forestales son por acción humana, hay pocas cosas que podemos hacer desde nuestro lugar individual. Como medida de prevención principal, debemos ser más respetuosos con los bosques y áreas naturales.
Evitar hacer hogueras o prender fuego, no tirar las colillas de cigarrillo en la naturaleza y no olvidar botellas de cristal que puedan hacer efecto lupa con la luz del sol o no abandonar basura combustible.
En la mayoría de casos hablamos de seguir la intuición y ser responsables cuando estamos en un medio natural o directamente en el bosque.
También es importante que si vemos algo extraño o un pequeño foco de fuego, avisemos a las autoridades forestales inmediatamente.
Mediante campañas de educación y concientización, también se puede educar a la población sobre cómo actuar frente a estas situaciones, y las mejores maneras de prevenir los incendios forestales.
Desde el gobierno, las principales medidas de prevención se basan en disponer equipos de control en las áreas con sequía más propensas a incendios y eliminar la vegetación seca durante los meses de calor. Una vez pasado el fuego, se deben tomar medidas contundentes para la protección y recuperación de la zona afectada.
A pesar de que los incendios forestales son un fenómeno que siempre ha existido, año a año empeoran las situaciones climáticas y se generan fuegos más grandes e incontrolables. Ya lo anunciaba Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea: "los patrones meteorológicos erráticos serán la nueva normalidad".
Pero no sólo Europa es el problema, los incendios se replican también en Canadá y Estados Unidos, luego de haber llegado a temperaturas récord este verano.
Si bien hay medidas de prevención que la ciudadanía puede implementar, la solución definitiva a las consecuencias devastadoras de los incendios forestales está en una acción climática a nivel regional y global.
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