En definitiva, la “smart city” es la combinación de personas, creatividad y tecnología para conseguir una ciudad más sostenible y eficiente. Es un sistema en el que la ciudad les da a los ciudadanos las herramientas necesarias y ellos las utilizan para mejorar la calidad de vida.
El motivo por el que estas ciudades surgen es que la población mundial no para de crecer y crecer y claro, los recursos son limitados, por lo que hay que hacer algo. La solución más factible es reorganizar las ciudades para aprovechar al máximo lo que tenemos.
Las ciudades (siempre que tengan buenas infraestructuras) son la mejor forma de organizar a la población. De hecho, el estudio “Cities in Motion” indica que el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Esto requiere una gran planificación para que no sean un descontrol y centro de basura andante.
Para que eso no pase, se están implementando diferentes ejes para convertir a las ciudades en “smart cities”. Los ejes principales de estas ciudades son: eficiencia, interconectividad, sustentabilidad y seguridad. Aquí te explicamos cómo lo consiguen:
Una ciudad grande tiene tantos o más datos que personas, y es importante saber gestionarlos. Para ello se necesita una administración digital, abierta, transparente y en la que participe la población de forma activa.
Por eso mismo, los servicios de atención al ciudadano son tan importantes, pero además se necesita mejorar la accesibilidad de los datos y tener una política clara de transparencia.
Con las smart grids se puede responder de manera rápida y eficaz la demanda de energía de la población. Para que estas no fallen, lo mejor es que los circuitos por los que fluye la energía estén comunicados y tengan un monitoreo directo. Así los errores se pueden arreglar cuanto antes y la calidad del servicio es mayor.
Como es lógico, a más gente más desperdicios. Esto significará un incremento de generación de residuos fuerte. Por eso mismo es importante que haya un sistema bien organizado en base a los objetivos y necesidades de cada ciudad.
Para ello, el uso de tecnología será fundamental. Por ejemplo, se pueden activar diferentes mecanismos de actuación como sensores inteligentes para que midan los niveles de llenado, rutas alternativas y demás soluciones.
Convertir una ciudad en inteligente se generan nuevas oportunidades de negocio y de empleos que antes no tenían espacio. De esta forma se aumenta la productividad, la cantidad de servicios y la fabricación de productos. Esto hace que la economía sea más fluida y haya más índice de empleo.
Por una parte, está la seguridad pública que se garantiza con los dispositivos tecnológicos. Esta se consigue instalando cámaras, sensores y demás sistemas de protección de vídeo. En el otro lado, está el refuerzo de los sistemas de ciberseguridad que ya están instalados.
Una smart city, además de estar bien organizadas, con una buena estructura y ser eficientes, contribuyen de forma directa con el planeta. Algunas de las formas en la que lo consiguen es:
Y es que, aunque por separado igual parezcan medidas que aportan poco ahorro, todas unidas pueden llegar a reducir el consumo de energía entre un 20 y un 30%. Esto se traduce en grandes cantidades de toneladas de CO2 no emitidas.
Además, las "smart cities" refuerzan el medioambiente aplicando acciones de movilidad limpias y que favorecen la salud a su vez de los ciudadanos. El préstamos de bicicletas, vehículos eléctricos o soluciones de economía colaborativa con el uso compartido de coche son algunas.
Está claro que el concepto de "smart city" no está solo centrado en los proyectos nuevos de barrios de extrarradio o crecimiento de urbes, sino en que los espacios ya existentes se actualicen.
De hecho, existen proyectos actuales englobados dentro del tratado 20-20-20 de la Unión Europea. En ellos se indicaron estos objetivos:
En la actualidad, todos los proyectos de remodelación y adecuación tienen un fin: construir un futuro verde para todos. Una forma de conseguirlo es reduciendo el consumo de energía eléctrica.
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