La energía es un componente básico del día a día, y no hay que preocuparse solo por su uso y generación, también hay que prestar atención a la distribución de ésta. Actualmente el sistema más usado es el centralizado, pero hay más y hoy te explicamos qué son los sistemas de energía descentralizada.
Ambos sistemas poseen ventajas e inconvenientes, cada uno destaca en un ámbito concreto, pero es importante conocerlos ambos. Saber cómo funcionan, en qué puede ser uno más útil que otro y cómo se pueden integrar con el uso de fuentes de energía renovable.
Para entender bien el tema te explicamos ambos sistemas, incluyendo sus características básicas, sus puntos fuertes y débiles y mucho más. Así estarás a la última en todos los temas que involucran la energía y su uso responsable con el medioambiente.
En Europa predomina el sistema centralizado, que lleva décadas instaurado, pero eso no implica que pueda redirigirse hacia otros sistemas de gestión que puedan aportar beneficios en ciertas zonas o en determinadas ocasiones. Nosotros te damos todos los datos para que puedas formarte una opinión propia al respecto.
Un sistema de energía descentralizado se encarga de la gestión de la energía cuando las instalaciones de generación de energía son más pequeñas y cercanas a los consumidores. Esto choca con el sistema que se usa en Europa; el centralizado.
El sistema de gestión centralizada de la energía se basa en que la energía se genera inicialmente en grandes centrales eléctricas ubicadas lejos de los consumidores. La energía se transmite a través de líneas de transmisión de alta tensión y se distribuye a los usuarios finales a través de estas líneas intermediarias.
Ambos sistemas tienen sus beneficios y desventajas, pero siempre hay que buscar el más eficiente y sostenible para la generación, gestión y distribución de la energía.
Los sistemas de gestión de energía centralizada han sido la norma en la distribución y control de la energía durante décadas. Sin embargo, a medida que se avanza hacia un futuro más sostenible y eficiente, es importante reconocer las deficiencias que este tipo de sistemas presentan.
La primera sería la rigidez y falta de flexibilidad, que dificulta la adaptación a los cambios en la demanda y acarrea el desperdicio de recursos. Además, son muy susceptibles a las interrupciones, ya que dependen de unas pocas instalaciones críticas.
Además, su alto coste de construcción y mantenimiento puede traducirse en tarifas más elevadas para los consumidores. Y sumado a las pérdidas eléctricas en forma de calor durante la transmisión de la energía se trata de un sistema insuficiente dada la importancia de su buen funcionamiento.
Uno de los beneficios de los sistemas de energía centralizada es la estabilidad en el suministro, ya que las plantas centrales están equipadas con tecnologías avanzadas, además de personal especializado, que minimiza el riesgo de interrupciones.
Además, es posible la integración de diversas fuentes de energía como las renovables, lo que contribuye a una mezcla energética más sostenible. Y puede ser más eficiente en la producción y distribución de energía de cara a los costes por unidad si aprovecha economías de escala.
Por último, el control y la supervisión del suministro energético puede ser más fácil y sencillo al existir una planta central de la que dependan el resto de las distribuidoras, lo que garantiza un servicio seguro y de confianza.
Entre las múltiples ventajas que incluye la gestión de la energía de forma descentralizada se encuentra la posibilidad de mejorar la transmisión de energía a zonas rurales o alejadas. Además de menores pérdidas de energía en largas líneas de distribución (ya que estas son más cortas).
Y como no dependen de grandes plantas de energía, la descentralización es más flexible para emplear fuentes de energía locales como la solar y la eólica. Además, como la generación de energía está más distribuida, si hay fallos técnicos o situaciones mayores, es más sencillo mantener el suministro eléctrico.
Sumando el aspecto económico, que puede resultar más eficiente con una menor inversión, creando tarifas más económicas para los clientes. Además, promueve una mayor participación ciudadana en la gestión energética, creando un sentimiento de responsabilidad colectiva con un uso sostenible de los recursos.
Aunque este tipo de sistemas aporten muchas ventajas en cuanto a la gestión de la energía, también hay desventajas que debes tener en cuenta. Como por ejemplo la complejidad de la gestión y coordinación entre centrales y distribuidoras.
También, al integrar la gestión y distribución con fuentes renovables, se necesita un almacenamiento adecuado teniendo en cuenta la intermitencia de estas fuentes de energía. Puede sumar costes y complejidades el integrar las fuentes con infraestructuras eléctricas tradicionales.
Y no todas las comunidades tienen el mismo conocimiento para participar en la gestión energética, lo que puede provocar desigualdades en la toma de decisiones.
Ahora ya conoces cómo funcionan los sistemas de gestión de energía centralizada y descentralizada, además de las diversas ventajas e inconveniencias que aportan cada uno.
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Cuando las instalaciones de generación de energía son más pequeñas y cercanas a los consumidores, hablamos de sistema descentralizado.
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