No son pocas las señales que ya nos ha dado el planeta Tierra sobre el cambio climático. Y es que, aunque creas que no te afecta porque vives en una zona privilegiada con suficientes recursos, los efectos a largo plazo nos llegan a todos.
Desde temperaturas cada vez más extremas (calor horrible en verano y un frío gélido en invierno), lluvias torrenciales, aumento de la sequía hasta ver cada vez más arcoíris. Esto último, aunque algunos piensen que es bonito, nada que ver, es algo negativo.
Aunque ver más arcoíris en el cielo nos pueda parecer una buena noticia, en realidad no lo es. Que el cielo se tiña más veces de colores, lejos de ser bonito, nos debería preocupar y mucho.
Desde los años 70, ya se empezó a hablar del cambio climático. Ahora, en pleno 2023, no podemos ignorar una realidad más que evidente y ¿qué relación tienen los arcoíris con el calentamiento global? Pues la explicación es bien sencilla.
El calentamiento del planeta hace que haya más arcoíris. A más calor en la Tierra, con más frecuencia veremos el cielo de siete colores. Los expertos en cambio climático ya advierten que en el año 2100 (que no queda tanto) habrá cuatro o cinco días más de arcoíris al año.
Los arcoíris se crean cuando la luz solar se refracta —o lo que es lo mismo, cambia de dirección— por las gotas de lluvia. De tal forma que, cuanto más grandes sean esas gotitas, mejor.
La interferencia de las ondas de luz —que atraviesan la atmósfera— provocan que, al colocarse en un ángulo inferior a 42 grados, se forme el arcoíris.
Dicho de otra manera, los rayos de luz del sol brillan a través de las gotas de lluvia que quedan suspendidas en la atmósfera. Sin embargo, el cambio climático ha alterado la cantidad de precipitaciones y nubes sobre la Tierra.
A comienzos del próximo siglo, el número de arcoíris crecerá de los 108 a los 117 al año, —datos que dependen del modelo climático que consultemos—.
Esto lo veremos sobre todo en algunos lugares, como Rusia, Canadá o Alaska, así como en puntos de gran altitud, como la meseta del Himalaya. Lo que está por venir ya pone en serio peligro la vida, tal como la conocemos hasta ahora.
De ahí que la sequía tampoco sea una buena señal. Incluso el calentamiento ya está provocando que sea más común la lluvia y no las nevadas. Especialmente las zonas montañosas y las situadas más al norte, verán más arcoíris.
Por si esto fuera poco, la sequía hará que la probabilidad de ver un arcoíris sea un 5% mayor en todo el mundo. Hace no mucho, esto nos habría parecido imposible. Otro cambio que ya se está produciendo es el color del mar.
Los científicos han estudiado un modelo de predicción del arcoíris, que se basa en las ubicaciones de las fotografías del mismo así como en los mapas de precipitaciones, de las nubes y el ángulo en que se sitúe el sol.
A todo esto, la conclusión es que las islas son el mejor lugar para ver el arcoíris. Esto se debe a que el terreno de las mismas provocan diariamente levantamientos de aire, sobre todo debido a las brisas marinas.
Por tanto, se producen más lluvias en estos puntos. Así que el cielo se tiñe más veces de siete colores. Todo un espectáculo visual del que, a partir de ahora, ya no disfrutarás con los mismos ojos.
En especial, Hawái es conocida como la capital mundial del arcoíris. No es de extrañar que el clima (que nada tiene que ver con el tiempo) haya cambiado de manera brusca en los últimos tiempos y este sea el motivo.
El cambio en el aspecto del cielo —a causa del cambio climático— también afectará a las zonas donde habrá menos arcoíris. Al contrario que algunos países y zonas al norte del globo, el Mediterráneo —en la zona sur— perderá días de arcoíris.
Lo mismo sucederá en el noreste de Sudamérica, Brasil, algunos puntos de África central y del sur o la zona sur de Australia. Mientras que en la zona sur del planeta disminuirán —en su mayoría— en el norte crecerán.
En datos, entre un 20 y 35% de las áreas terrestres verán menos días de colores, mientras que entre un 65 y casi un 80% les pasará justo lo contrario.
Más allá de las consecuencias negativas del cambio climático (deshielo del planeta, temperaturas extremas, sequía, pérdida de diversidad vegetal y animal o problemas del ser humano para alimentarse y respirar bien), el arcoíris se suma a la lista de alertas climáticas a las que debemos prestar mucha atención.
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