Cuando hablamos del consumo eléctrico en el hogar, el frigorífico es uno de los electrodomésticos que más energía consume. Y puede que alguna vez te hayas preguntado si consume más energía una nevera llena o vacía.
Su funcionamiento es constante y, a diferencia de otros dispositivos, no se apaga nunca. Esto nos lleva a preguntarnos si influye en el gasto energético el hecho de que esté más o menos llena.
Existe la creencia popular de que una nevera llena consume menos energía que una vacía, pero ¿es esto cierto? La ciencia y la eficiencia energética pueden ayudarnos a responder esta duda y a optimizar el uso de nuestra nevera para ahorrar en la factura de la luz.
A lo largo de este artículo, vamos a analizar cuánta energía consume una nevera en general, qué ocurre cuando está llena o vacía y los factores que influyen en este consumo. Además, te daremos algunos trucos para reducir el gasto energético y elegir modelos más eficientes.
El consumo de una nevera depende de su tamaño, tecnología y eficiencia. De media, una nevera puede consumir entre 100 y 800 kWh al año, lo que representa entre el 10 % y el 20 % de la factura eléctrica de un hogar. Ten en cuenta que modelos antiguos pueden gastar más que los modernos.
La eficiencia energética es clave para reducir el consumo. Los modelos con etiqueta A+++ pueden ahorrar hasta un 60 % en comparación con aquellos de menor clasificación. Elegir un frigorífico adecuado para tu hogar es fundamental para no malgastar energía.
Factores como la temperatura del ambiente, la frecuencia de apertura de la puerta y el mantenimiento del aparato también influyen en su consumo. Un uso correcto puede ayudarte a reducir el gasto innecesario.
Una nevera llena puede ser más eficiente energéticamente que una vacía, ya que los alimentos almacenan el frío y ayudan a mantener la temperatura interna estable. Esto significa que el motor trabaja menos para enfriar el interior, lo que reduce el consumo.
El principio de inercia térmica explica este fenómeno: cuando la nevera está llena, los productos conservan el frío y evitan fluctuaciones de temperatura. Sin embargo, sobrecargarla puede afectar la circulación del aire y provocar un consumo mayor.
Para optimizar el consumo, es recomendable distribuir bien los alimentos, asegurando que haya espacio suficiente para la circulación del aire. Así, el frío se reparte de manera uniforme y la nevera trabaja de manera más eficiente.
Cuando una nevera está vacía, el aire dentro de ella se calienta rápidamente cada vez que se abre la puerta. Esto hace que el motor tenga que trabajar más para recuperar la temperatura y, en consecuencia, se incremente el consumo de energía.
Sin los alimentos para absorber y mantener el frío, la temperatura cambia con facilidad. En estos casos, la nevera debe enfriar constantemente el aire, lo que supone un mayor gasto energético si lo comparas con una nevera llena o parcialmente llena.
Un truco para mejorar la eficiencia de una nevera casi vacía es colocar recipientes con agua o bolsas de hielo. Estos elementos ayudan a mantener una temperatura estable y reducen el esfuerzo del motor para enfriar el interior.
El consumo de una nevera puede variar según diferentes factores. El tamaño y la tecnología son dos de los aspectos más determinantes. Una nevera grande necesita más energía para enfriar su espacio interno que una pequeña.
Otro factor es la eficiencia energética. Los frigoríficos con tecnología inverter, por ejemplo, regulan el funcionamiento del compresor según la demanda de frío, reduciendo el consumo.
En cambio, los modelos antiguos suelen tener motores que trabajan a potencia fija, gastando más electricidad. El mantenimiento también influye en el consumo.
Si las gomas de las puertas están en mal estado o hay acumulación de hielo en el congelador, la nevera necesitará trabajar más para mantener la temperatura.
Si quieres reducir el consumo eléctrico de tu nevera tienes que seguir estos consejos. Mantén la temperatura ideal, que son unos 4 o 5°C en el refrigerador y -18°C en el congelador, evita abrir la puerta con frecuencia, porque cada vez que lo haces, entra aire caliente y el motor trabaja más.
Recuerda no introducir alimentos calientes, debes dejar que se enfríen antes de guardarlos para no alterar la temperatura interna. No olvides revisar las gomas de las puertas, ya que, si no cierran bien, la nevera perderá frío y gastará más.
Por último, te recomendamos que descongeles regularmente tu nevera, porque como ya hemos explicado, una capa gruesa de hielo aumenta considerablemente el consumo energético.
Si estás pensando en comprar una nevera nueva, opta por modelos con alta eficiencia energética (A++ o superior). Estos frigoríficos pueden suponer un ahorro significativo a largo plazo.
Las neveras con tecnología inverter y sistemas No Frost son las más recomendadas. Consumen menos energía, reducen la formación de escarcha y optimizan el rendimiento del motor.
Además, elige un tamaño acorde a tus necesidades. Una nevera demasiado grande para un hogar pequeño gastará más electricidad innecesariamente. Evalúa bien el uso que le darás antes de comprarla.
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