Como sociedad la verdad es que nos ha costado, pero con el tiempo hemos ido siendo más conscientes del mundo que nos rodea. Es por eso que cada vez es más normal mantener conversaciones en las que destacan conceptos como la biodiversidad, pero… ¿Sabemos a ciencia cierta a qué nos referimos cuando hablamos de biodiversidad?
Si nos vamos al diccionario de la Real Academia Española, nos dan una definición, como dirían los futboleros, ‘cortita y al pie’. Según este organismo, la biodiversidad es la “variedad de especies animales y vegetales en su medio ambiente”. Es decir, no se centra en un único ser, ni en una única naturaleza. La biodiversidad de un ecosistema es toda vida que este alberga, ya sea animal o vegetal, y cómo interactúan estas entre sí. Contar con la fortuna de tener acceso a una biodiversidad tan amplia como la de la Tierra es lo que nos permite tener alimentos, elaborar medicinas o producir energía, aspectos que nos hacen la vida mucho más sencilla. De hecho, más que sencilla, diríamos que posible.
De ahí que la pérdida de biodiversidad sea un problema que tiene a nuestros científicos más que preocupados. La amplia gama de recursos naturales que tenemos a nuestra disposición nos han permitido evolucionar como especie y llegar a lo que somos hoy, pero… ¿Qué pasaría si llegásemos a extinguirlos por completo?
Actualmente, se han catalogado tres grandes tipos de biodiversidad. La más reconocida es la diversidad de ecosistemas que hace referencia a determinadas zonas que tienen unas características muy concretas. Esos rasgos favorecen el crecimiento de una serie de especies que dependen del propio ecosistema.
En este sentido también destaca el hecho de que existen dos grandes tipos de ecosistemas, uno de ellos son los terrestres. En este caso predominan aspectos como el terreno o el suelo de ese hábitat y ese aspecto es fundamental, ya que los seres vivos desarrollan su vida sobre la superficie de la tierra. Aspectos como la altitud, la temperatura, la latitud o la humedad determinan la calidad de esos ecosistemas.
La otra modalidad son los ecosistemas marinos. Estos entornos destacan por la presencia de agua salada. También son ecosistemas ricos y diversos que se distribuyen por marismas, zonas costeras, arrecifes, litorales y por los propios océanos.
Por otro lado, aparece la diversidad genética que establece que cada ser vivo tiene una composición genética muy exclusiva. Este factor aporta variedad a las especies a la vez que las hace únicas. Finalmente, destaca la diversidad de especies compuesta por seres vivos que comparten rasgos comunes y que se desarrollan en un mismo ecosistema.
Cuando nos dicen que una especie animal está a punto de extinguirse, o que ya lo han hecho varias especies vegetales, lo vemos algo de lo más habitual. Llevaban sobre la tierra miles de años y lo más probable es que nuestra actividad haya sido la detonante de su desaparición. ¿Pero somos realmente conscientes de lo que perdemos? Puede que, sin ir más lejos, una de las plantas que ha desaparecido de una década a esta parte guardase en su interior el remedio contra el dichoso coronavirus llegado desde Wuhan.
A día de hoy se han contabilizado distintos factores que provocan la pérdida de la biodiversidad. Hay que tener en cuenta que este fenómeno repercute en las condiciones y en la calidad de vida de los seres vivos que habitan en esos ecosistemas.
Modificaciones en el uso del suelo que vienen provocadas por aspectos como la deforestación, el monocultivo o la urbanización.
Explotación provocada por actividades como la caza o la sobrepesca que reducen la cantidad de miembros de las especies.
Los efectos del cambio climático elevan considerablemente las temperaturas, provocan tormentas muy intensas o generan sequías que hacen la vida imposible.
La contaminación es otro de los factores que provocan una pérdida de calidad del agua e incluso su agotamiento. También contribuye a la destrucción del medio ambiente, a la desertificación, al aumento de enfermedades o la migración de especies.
Especies exóticas invasoras que alteran el equilibrio ecológico y que perjudican gravemente a las especies naturales de ese entorno.
Una pérdida de la biodiversidad trae consecuencias devastadoras para el propio ecosistema y para las especies animales, vegetales y humanas que habitan en él. Estas son algunas de las más visibles.
Extinción de especies: una alteración de un ecosistema provoca que no se den las condiciones adecuadas para que los animales y las plantas no puedan desarrollarse en él. Como consecuencia, mueren prematuramente y la cantidad de poblaciones de esa especie se reduce hasta extinguirse.
