Descarbonización es el nombre que recibe el proceso de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera. Desde hace años se ha comprobado que la actividad humana y sus modelos de producción han provocado que se realicen una serie de emisiones de compuestos como el dióxido de carbono que dañan la atmósfera e incrementan las consecuencias del efecto invernadero.
El objetivo de la descarbonización se centra en reducir esas emisiones e incluso en eliminarlas por completo, de esta forma, se habrá avanzado en la lucha contra el calentamiento global.
Actualmente, los objetivos de descarbonización son alcanzables gracias a la acción de diferentes sectores industriales y de las formas de actuar y de consumir del propio ser humano. Además, existen algunas claves que ayudan significativamente a culminar con el proceso de descarbonización.
La primera de ellas se centra en fomentar la movilidad sostenible, especialmente en el uso del vehículo privado. La alta presencia de automóviles daña seriamente a la atmósfera. Por otro lado, se estudia incrementar la emisión de ayudas a las industrias para así lograr un avance en la transición energética.
Otras acciones que forman parte del proceso de descarbonización se basan en promover el consumo responsable y la alimentación sostenible, reduciendo el uso de la agricultura y de la ganadería intensivas. También se valora hacer una regulación de los costes de las emisiones, poner en marcha proyectos de I+D o impulsar la economía colaborativa.
Finalmente, destacan la puesta en marcha de planes de potenciación de rehabilitaciones de edificios con el objetivo de aumentar el uso de energías renovables como la solar. Otra opción se centra en el aumento del uso de energías limpias como la hidráulica, la eólica o la geotérmica. Un buen uso de las energías renovables es un punto de partida para encontrar el equilibrio entre el cuidado del planeta y la satisfacción de las necesidades que pueda tener el propio ser humano.
