En nuestro día a día, las aplicaciones que tiene el gas para numerosas actividades dentro del hogar y en cualquier tipo de industria son casi incontables. Sin embargo, la necesidad de encontrar nuevas fuentes de energía menos contaminantes y nocivas con nuestro entorno ha dado lugar a la aparición y proliferación del gas natural, que cada vez está más extendido tanto para uso empresarial como para consumo familiar.
Empieza a ser ya tan habitual en nuestro vocabulario que no nos paramos a pensar cuál es su significado. El gas natural es un hidrocarburo que mezcla gases ligeros de origen natural. Principalmente contiene metano y normalmente incluye cantidades variables de otros alcanos, pero también a veces lleva un porcentaje de dióxido de carbono, nitrógeno, helio o ácido sulfhídrico.
Se trata de una fuente de energía fósil extraída del subsuelo y considerada como la más amigable con el medio ambiente. Se obtiene de yacimientos independientes (gas libre) o de yacimientos petrolíferos o de carbón (gas asociado a otros hidrocarburos y gases).
La combustión del gas natural produce menos gases de efecto invernadero que otros combustibles fósiles como los derivados del petróleo y, sobre todo, menos que el carbón. Se quema de forma limpia, eficiente y segura y no produce dióxido de azufre ni partículas sólidas.
El gas natural tiene muchas aplicaciones domésticas y en la industria gracias a que es un combustible eficiente, limpio, seguro y barato. ¿Qué usos se le dan?
Seguro que no te suena raro que el gas natural se usa para cocinas, hornos, piscinas, climatización, transporte y un largo etcétera.
El gas natural es un hidrocarburo que procede de la degradación de la materia orgánica. También puede generarse por la fermentación de las bacterias de materia orgánica que están presentes en aguas residuales o en residuos sólidos urbanos, entre otros elementos. Para extraer el gas natural hay que recurrir a yacimientos de petróleo o a reservas independientes de otros elementos.
Hoy en día se pueden encontrar diferentes tipos de gas natural que varían en función de la forma de extraerlo y de factores como las variaciones de temperatura y de presión. En lo que respecta a la forma de extraerlo, hay dos modalidades, una de ellas es el gas asociado, que se obtiene con fracciones de petróleo y otra, el no asociado, que es el gas natural que no tiene petróleo.
Por otro lado, si se analizan las alteraciones de temperatura y de presión a las que está expuesta este gas, aparecen tres modalidades. El gas natural puro, el licuado y el comprimido.
Al valorar qué gas es el más adecuado, hay que partir de la base de que el butano tiene un mayor poder calorífico. Pero en el debate de gas butano o gas natural, hay que tener en cuenta otros factores que aumentan la valoración del gas natural.
El gas natural presenta menores niveles de contaminación, su gestión es más sencilla y a largo plazo la cuantía de las facturas de gas natural es menor. Estos tres aspectos provocan que esta opción gane enteros.