El plástico es un material de uso frecuente y muchas utilidades que, sin embargo, genera un impacto muy negativo en el medio ambiente y puede resultar muy peligroso para la supervivencia de los seres vivos.
El plástico es un material formado por compuestos orgánicos, sintéticos o semisintéticos con la propiedad de que son maleables y, por tanto, pueden ser moldeados en objetos sólidos de diferentes formas. Esta propiedad permite que los plásticos tengan una amplia variedad de aplicaciones y que estén presentes en muchos objetos de nuestro día a día.
Se trata de un material muy versátil que en la industria y el consumo tiene numerosas aplicaciones, ya que sus características hacen que sea ideal para una amplia variedad de funciones.
Además, se pueden fabricar plásticos para adaptarlos a un montón de circunstancias y usos. Es elástico, flexible, moldeable, de baja densidad, ligero, aislante, resistente a la corrosión de muchas sustancias, duradero e incluso transparente en algunos casos.
El plástico se fabrica a partir de materiales naturales como la celulosa, el carbón, el gas natural, la sal y el petróleo a través de un proceso de polimerización o policondensación.
Al estar presente en tantos contextos diferentes, los residuos plásticos se han convertido en los más abundantes en todo el mundo y, además, son los más peligrosos para el medio ambiente.
Su aparición en los años cincuenta fue todo un descubrimiento pero ha causado (y sigue causando) numerosos daños en tierra, mar y aire:
El plástico es un material que tiene una lenta degradación por la composición química de la que está hecho. Para hacernos una idea, una bolsa de plástico tarda en degradarse 150 años y una botella de plástico, más de mil años.
Eso nos obliga a buscar alternativas al plástico que satisfagan las mismas necesidades sin causar semejantes daños en nuestro entorno.