Organismos públicos y empresas están cada vez más concienciados de la necesidad de tomar medidas para cuidar el medio ambiente de manera sostenible. Por ello, la normativa obliga a establecer una planificación ambiental que permita fijar unos objetivos, estableciendo las políticas y recursos que se van a aplicar para conseguirlos.
La planificación ambiental es un instrumento estratégico que establece los objetivos medioambientales y sostenibles de un territorio a largo plazo, incluyendo tanto las iniciativas públicas como privadas.
Se puede definir como el proceso mediante el cual quienes toman decisiones obtienen, procesan y analizan información para evaluar la situación actual de un territorio con el fin de establecer planes de actuación de cara al futuro.
La planificación y gestión del medio ambiente requiere la elaboración de estudios, trabajos, informes, análisis, estrategias y planes a los que se asignan, al mismo tiempo, los recursos humanos, económicos y tecnológicos necesarios para llevarlos a cabo con objeto de alcanzar un nivel de calidad ambiental.
La globalidad de los problemas medioambientales ha demostrado que la mejor forma de resolverlos es incorporando criterios transversales e integrales a la hora de aplicar políticas medioambientales.
Un plan de gestión ambiental comienza estableciendo cuáles son los objetivos que se persiguen con su implantación. Una vez definidos, este proceso pasa por cuatro fases:
Actuación y ajuste: En esta última fase se adoptan nuevas medidas para aplicar mejoras y cambios que permitan a esa política medioambiental mejorar sus resultados futuros.