Las macrogranjas son un tema candente en toda Europa, pero en nuestro país en concreto se ha incrementado la atención sobre el porque, como todos sabemos, la ganadería es importante, pero su huella de carbono también.
Tras las palabras que diferentes políticos hicieron sobre las grandes instalaciones de ganadería intensiva (como la cantidad de cabezas de ganado en una zona reducida) unido a la cantidad que debemos o no comer de carne ha creado un gran debate en España.
Por ello, lo primero para hablar sobre el tema es informarse, y para ello aquí vamos a explicarte qué es una macrogranja y cuáles son sus consecuencias medioambientales.
Las macrogranjas son instalaciones de ganadería industrial en la que la densidad de animales es más alta de lo recomendado. En ellas puede haber miles de animales de ganado (tanto porcino como bovino) en el mismo espacio, aunque en ocasiones llegan a millones.
Estos casos son excepcionales y se trata de la cría de aves como las gallinas y pollos. Esto viene relacionado directamente con la mayor producción de carne que se realiza actualmente gracias a las mejoras de tecnologías y el aumento imparable de la población mundial.
De hecho, para que te hagas una idea, en los años 70 la producción mundial de carne representaba un tercio de la producción actual. En 50 años, algunos países como China han aumentado en más de 70 millones de toneladas la cantidad de carne que generan.
En el caso de España, en 1970 se producía alrededor de un millón de toneladas al año. Actualmente, esa cantidad se ha multiplicado por siete.
La tendencia creciente de la producción de carne global no tiene pinta de que vaya a dejar de crecer y mucho menos disminuirse. Claro está que, si cada vez hay más gente, también debe aumentar la producción de comida, la cuestión es de qué forma y en qué condiciones.
Con esto nos referimos a que la producción de carne a estas escalas tiene un impacto negativo en el medioambiente y todo el entorno que rodea a estas macrogranjas.
La tecnología no para de avanzar y cada día existen nuevas técnicas para automatizar los procesos que han permitido que se creen granjas con miles de animales en su interior reduciendo los costes de producción.
¿Cuál es la parte negativa (inmediata)? La alta densidad de animales genera una cantidad demasiado elevada de excretas en poco espacio, por lo que es difícil de gestionar y producirá una contaminación mayor.
En cambio, una granja de ovejas, vacas, o lo que sea, en extensivo no tendrá el mismo problema porque se consumirán estos deshechos de forma normal en forma de abono racional para el terreno.
España es uno de los mayores productores y exportadores de carne de la Unión Europea hoy en día. Para llegar a este hito, a lo largo de todo nuestro país conviven numerosos modelos de ganadería.
Se diferencian por varios detalles. Entre producción extensiva e intensiva hay gradientes en función del territorio en el que está, tipo de producción y variedad en la densidad de animales.
La principal, y por la que el revuelo se ha creado, es que en una los animales salen y en la otra permanecen encerrados hasta para comer según afirma Pablo Manzano en una entrevista con National Geographic.
Los distintos tipos de ganadería que existen en España, según el Cofundador de Sustraiak Habitat Design y experto en agricultura regenerativa y regeneración de suelos, David González, son intensivas, extensivas, trashumancia y regenerativa.
En ella, se desarrolla toda la actividad de los procesos industriales de una granja estabulada y lo que más importa es la rentabilidad máxima de los animales que hay en su interior.
Consiste en pastorear a los animales de una granja por los terrenos de la misma granja o colindantes. Estos se alimentan básicamente de los recursos propios que le proporciona el entorno (hierba, fruta, hojas…)
Además, para completar su crecimiento (y que pese lo necesario para venderse) también se le da pienso. Así, en los momentos en los que la granja debe estar cerrada por lo motivos que sea, tendrán alimento asegurado.
Este tipo de ganadería consiste en que los animales se alimentan 100% de los alimentos que tienen al alcance durante el pastoreo. En ocasiones incluso buscan nuevos campos en los que conseguir recursos. No suelen estar en un sitio fijo todo el año.
Este nuevo tipo está centrado en regenerar los suelos al conseguir un “podado” natural gracias a que estos animales se alimentan 100% de pasto. Por ello se localiza en zonas especial a las que les conviene el paso de estos animales.
De estas, en las que nos centramos es en la extensiva e intensiva. Como ves se diferencian básicamente en que unas salen a pasear y en la otra estás toda la vida en unas instalaciones.
En cuanto a su impacto en el medioambiente y su entorno, la principal diferencia entre una granja beneficiosa y una perjudicial es la forma en la que su ecosistema se daña por la densidad del ganado.
Ya no se trata de un modelo tradicional arraigado al terreno y del que se aprovechan todos los recursos para retroalimentarse. La producción industrial en masa depende más del exterior, debido a que depende de los combustibles necesarios para fertilizar, recolectar y transportar.
Sin embargo, aquellas que permiten a sus animales salir durante el día a pastar, realizar sus necesidades y consumir los recursos de su alrededor necesitan mucha menos dependencia, pero sí más espacio, algo que las vuelve menos “rentables”.
Otro punto clave es que una macrogranja tiene complicaciones con la gestión de residuos. Como es lógico, si hay muchos animales, habrá muchos deshechos y por mucho que sean beneficiosas para el entorno, no se aprovechan.
El motivo no es otro que, ante la gran cantidad, no pueden ser procesadas ni asimiladas y otras sustancias más dañinas como los nitratos acaban filtrándose a acuíferos y aguas superficiales.
Además, según añade Pablo Manzano, “Una alta densidad de animales también causa problemas de olores que degradan el medioambiente de las zonas rurales.
Lejos del plano local, a nivel internacional también se nota el impacto. Otros ecosistemas del planeta a la que llega la externalización de producción de piensos para ganado también se ven afectados.
Algunos terrenos llegan a ser deforestados para convertirse en fábricas que creen alimentos para estos animales.
Por tanto, puede que las macrogranjas mejoren y aumenten la cantidad de producción de la carne, pero como hemos visto, tienen un impacto negativo en el medioambiente de todo su entorno local e incluso internacional.
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