Seguimos en la búsqueda de fuentes de energía limpias y renovables que nos ayude a luchar contra el cambio climático. La solar es una de ellas y las plantas fotovoltaicas la aprovecha. Aquí te explicamos cómo funcionan y su impacto medioambiental a corto y largo plazo.
El ser humano necesita de increíbles cantidades de electricidad para usar cada día. Contentar esta demanda no es nada sencillo y mucho menos, si se quiere obtener a través de fuentes energéticas sostenibles que cuiden el planeta.
Las plantas fotovoltaicas aparecen como una posible solución a este problema, gracias a sus características y el aprovechamiento de la energía solar. Cambiar de ruta hacia estas centrales tiene unas claras ventajas en el medioambiente que no podemos dejar escapar.
Las centrales fotovoltaicas están compuestas por paneles que se encargan de absorber directamente la radiación solar que llega al planeta. Son un montón de celdas unidas que transforman los fotones en electrones.
Dicho de otra forma, más sencilla, son unos aparatos que recogen la energía que desprende el sol y la transforman en electricidad. Durante este proceso, no se generan gases contaminantes para el medioambiente.
La escalada de este tipo de plantas es muy importante. Casi cualquier persona puede tener placas solares en su casa, pero si hablamos de países o ciudades, también se puede dedicar mucho espacio a esto.
En función del tipo de instalación que sea, podemos distinguir entre dos variantes. La primera de ellas es la que está pensada para el autoconsumo y está conectada a la red.
Es la que te puedes encontrar en una vivienda. Las placas están orientadas a abastecer a toda la casa, pero si no consigue la suficiente energía, puede coger la que ofrece la empresa productora.
Por otro lado, nos encontramos con las centrales fotovoltaicas, que son mucho más grandes que las anteriores y orientan toda su energía hacia la red eléctrica, sin guardar nada para autoconsumo.
Como puedes ver, es una fuente de energía sostenible y limpia que tiene claras ventajas con respecto a otras. Su principal inconveniente es que necesita de mucho espacio para que pueda funcionar correctamente.
El otro inconveniente que se puede encontrar con este tipo de centrales es que dependen de la energía solar. Por eso mismo, si no reciben los rayos del sol por las nubes o cualquier otro motivo, dejan de ser útiles.
Ya te puedes hacer una idea, las centrales fotovoltaicas son beneficiosas para el planeta en gran medida. El principal impacto que notamos es que no se usan los gases del efecto invernadero.
Durante el proceso por el que se genera la electricidad, no aparece ningún gas contaminante para el planeta, lo que se puede considerar una gran victoria. Al abandonar los combustibles fósiles, estaremos luchando contra el cambio climático.
Además, una de las principales ventajas que tiene este tipo de plantas es que están fabricadas con silicio. Este material es muy abundante en el planeta y se puede encontrar sin preocupaciones.
Si pasamos al impacto medioambiental negativo que pueden generar las plantas fotovoltaicas, nos encontramos con que, principalmente, el problema radica en que se necesitan grandes extensiones de tierra para que se coloquen las placas.
Por otro lado, también hay que gastar cuidado con la fabricación de las placas y su eliminación. Durante el proceso de creación de estas piezas se generan gases perjudiciales, aunque no en gran medida. De igual manera, cuando el sistema deja de ser útil, se debe tratar como un residuo y cuidar cómo se elimina.
En resumen, las plantas fotovoltaicas son una alternativa energética que se debe tener en cuenta por el impacto medioambiental tan positivo que genera y el ínfimo daño que hace al planeta.
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