La lucha contra el cambio climático está a la orden del día y hay varias formas de participar. Una de ellas, es apostar por fuentes energéticas no contaminantes, para así avanzar hacia la descarbonización. Entre las ideas que cobran más fuerza, está la de reciclar residuos para producir energías renovables, ¿es posible?
Hay una gran variedad de fuentes de energía renovables, cada una con sus propias ventajas o inconvenientes. Todas ellas son más beneficiosas para el planeta que la alternativa habitual: los combustibles fósiles.
Sin embargo, encontrar una fuente de energía que sea renovable y nos ayude a controlar el nivel de residuos del planeta ha sido algo más complicado. No es sorpresa de nadie que tenemos un problema en cuando a la gestión de las basuras en mares, bosques y casi cualquier lugar.
A algunos les sonará muy idílico eso de aprovechar los residuos y además obtener energía renovable. Puede que hace unos años lo fuese, pero ahora, se tienen los conocimientos y tecnología necesarios para conseguirlo.
Esto sucede porque en los procesos de reciclaje de algunos residuos, se produce un aumento de temperatura o aparición de gas que se puede utilizar para conseguir electricidad. Además, del tratamiento de esos residuos.
Si no te viene a la cabeza cómo funciona una planta de reciclado, imagina unas máquinas que son capaces de procesar una gran cantidad de materiales y convertirlos en otro completamente nuevo.
En ese proceso, las máquinas están trabajando a temperaturas elevadas y puede que se produzcan algunos gases. Claro, todo esto se puede aprovechar para conseguir energía renovable a partir de los residuos.
Un ejemplo muy claro de esto lo podemos ver con las incineradoras, con las que se produce electricidad a la par que se acaba con residuos, pero no es el único caso que se puede dar.
El mayor inconveniente que tiene este método es la quema de residuos es que se generan gases contaminantes que acaban en la atmósfera. Actualmente, no es recomendable, por lo que hay otras alternativas.
Los dos procesos que mejores resultados ofrecen ahora mismo son la pirólisis y la gasificación. Te contamos en qué consisten y sus principales ventajas con respecto a otros métodos.
Empezamos con la pirólisis, un proceso de reciclaje térmico que destaca porque se consiguen diferentes fuentes de energías al mismo tiempo. Hablamos de la obtención de carbón, biocombustible y gas artificial.
El proceso que sigue la pirólisis es muy sencillo, ya que se encarga de la descomposición de los residuos gracias al aumento de las temperaturas, que pueden alcanzar incluso los 600º. Es muy importante que, en la estancia en la que se produzca, no haya oxígeno.
Por otro lado, nos encontramos con la gasificación. En este proceso, la energía que se obtiene es en forma de gas sintético. Este tipo de recurso tiene un nivel calorífico inferior al gas natural, pero cumple con su función.
Con la gasificación se tiene que regular el oxígeno y mantenerlo controlado para que se pueda realizar el trabajo. Según la materia que se queme, cambiará la composición química del gas resultante.
A la hora de realizar uno de estos procesos, hay que tener en cuenta cuál va a ser el resultado que se conseguirá una vez se acabe. En este caso, se pueden obtener diferentes tipos de energía.
Lo primero que se consigue con este reciclaje es claro, la electricidad que se busca mediante el aumento de temperatura o los gases que aparecen en el proceso.
La biomasa es una de las principales fuentes de energía que se pueden conseguir a partir del reciclaje. Existe de diferentes tipos, pero las más normales son la natural, residual o producida.
También se pueden conseguir diferentes tipos de biocombustibles a partir de la biomasa ya mencionada. Hablamos de biogás, biometano, biodiésel… Constituye una gran alternativa a los combustibles fósiles.
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