¿Te preguntas qué es el suelo radiante y cuáles son sus beneficios, o cómo funciona la calefacción por suelo radiante? Pues bien, este sistema es muy habitual en las viviendas de nueva construcción. Y en las reformas, siendo uno de los tipos de calefacción más solicitados al renovar pisos antiguos.
Sin embargo, ¿cuánto consume el suelo radiante y cómo de fácil es ahorrar en las facturas con esta calefacción en funcionamiento los días de invierno? A continuación, infórmate sobre cómo ahorrar en luz con el suelo radiante.
Los suelos radiantes son las calefacciones que se instalan en casi todos los edificios de nueva construcción. Son los sistemas más eficientes y económicos.
Hoy en día, la arquitectura está conviviendo continuamente con restricciones en el tema de la eficiencia energética. Los edificios tienen que ser más limpios para el planeta y generar menos impacto ambiental.
Precisamente por esto, dichos suelos son mecanismos estupendos para generar calor de forma eficiente y que se pueda aprovechar muy bien.
A pesar de esto, hay tres cosas que cada vez importan más a los consumidores como tú. Se trata de la eficiencia energética, el precio y la contaminación.
Para tener en cuenta estos aspectos, es necesario comparar este sistema de calor con otros.
Vas a poder aprovechar los suelos radiantes para mucho más que únicamente calentar, puesto que también te van a ayudar a conservar las temperaturas bajas en los días de más calor. Este aspecto los convierte en una de las opciones más competitivas en climatización.
Para comprender su funcionamiento, debes saber qué es el suelo radiante en realidad. Se trata de una red de tuberías que van por debajo del parqué o tarima flotante. Estas tuberías están por toda la casa y te permiten, entre otras cosas, lo siguiente:
• Tener calor o la casa fresca de manera homogénea.
• Mantener una temperatura constante.
• Despreocuparte si alguien anda descalzo por casa.
• Aprovechar el suelo para jugar en él.
• Liberar espacio de las paredes.
Los suelos radiantes pueden ser instalados en casi cualquier lugar. Por ejemplo, en un edificio público —como los hospitales o las residencias de ancianos—, pero también en espacios de deporte —polideportivos o gimnasios—, zonas peatonales al aire libre y cualquier tipo de vivienda o incluso nave industrial.
Son calefacciones económicas que también te ayudarán a regular la temperatura en los días con más calor, gracias a su efecto refrescante cuando su circuito es atravesado por agua fría.
Seguro que el beneficio que más ansías es el económico. Sin embargo, a pesar de que también vas a conseguir ahorrar en tus facturas gracias a este sistema de calor, lo cierto es que hay otros beneficios que puedes sacar de su utilización.
Frente a otros sistemas tradicionales de calefacción, con un suelo radiante conseguirás reducir de un 25 a un 30 % tu consumo. Esto, por supuesto, a nivel de vivienda u oficinas de tamaño reducido.
Si lo instalas en espacios muy amplios, como naves industriales, el ahorro llega al 50 o 60 %, pudiendo alcanzar el 75 u 80 % si lo combinas con otras energías renovables, como la biomasa, la energía solar o la geotermia.
El funcionamiento de este sistema de calor o frío no provoca aspectos negativos para tu salud, como las corrientes de aire o la sequedad del ambiente.
Además, evita que se mueva el polvo, lo cual favorece la respiración y ayuda a las personas con problemas relacionados con asma o alergias.
También —gracias a su limpieza y el no movimiento de gérmenes—, está especialmente indicado como sistema de calor para hospitales, centros de enseñanza para niños pequeños o centros geriátricos.
Si lo instalas en casa, puedes despreocuparte de los más pequeños. Los niños no tienen ningún riesgo de sufrir quemaduras con estos sistemas y, además, tampoco genera suciedad en las paredes.
Es, asimismo, un sistema muy seguro para ancianos, puesto que no se necesita estar pendiente de enchufes ni de fugas de gas. Igualmente, es recomendable en hogares con mascotas, porque no tiene elementos visibles, como cables o estructuras, que los animales puedan estropear o con los que puedan lastimarse.
Como el calor va de abajo hacia arriba, se aprovecha todo y no dificulta que las personas anden descalzas y se puedan resfriar, algo típico también en niños o ancianos.
Es una ley física conocida por todos: el calor sube. Por eso, para aprovechar al máximo la calefacción, esta debería estar colocada siempre en el suelo.
También por esta razón, este sistema de calor es altamente confortable. Además, se adapta a cualquier espacio, puesto que encima de las tuberías de agua puedes tener cualquier tipo de pavimento: parqué de madera natural, tarima, mármol, moqueta...
Su temperatura es única en toda la casa y no genera cambios bruscos que puedan enfermarte.
El sistema ya está diseñado para ser eficiente energéticamente y generar un bajo consumo.
Sin embargo, es cierto que todavía puedes aprender a sacarle un mayor partido a este sistema de calor. Para ello, ten en cuenta estos consejos:
1. Si las estancias dan al este, permite que el sol entre por las mañanas; si dan al oeste, permite que entre por las tardes; si dan al sur, aprovecha todas las horas de sol para que la casa se caliente sin necesidad de realizar un consumo energético añadido.
2. Si instalas cortinas, intenta que sean anchas, porque mantienen más el calor y es algo que te beneficiará en las noches más frías de invierno.
3. Cubre el suelo con alfombras, para que el calor se guarde más tiempo y puedas sentirlo en tus pies.
4. Usa siempre un termostato a una temperatura adecuada y no superes los 21 ºC en invierno.
Ahora que ya sabes qué es el suelo radiante, ¿a qué esperas para instalarlo? Es, probablemente, tu mejor opción si instalas desde cero tu calefacción. Además, no reseca, no daña tu salud y es muy seguro para todos los miembros del hogar.