De los más de 63.000 dólares de finales de mayo a los poco más de los 32.000 dólares de un mes después. El Bitcoin está de capa caída, y una de las principales causas de ello es su proceso de generación.
Todo empezó con el paso atrás de Tesla y su voluntad de vender coches con esta criptomoneda, y siguió con la prohibición del Banco Popular de China para que entidades nacionales prestaran criptoservicios.
Desde entonces se han sucedido otros muchos hechos que están provocando la caída de la emblemática moneda: la calificación de burbuja del BCE hacia los tokens o el endurecimiento de requisitos de capital a bancos del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.
Ahora bien, si buscamos el estacazo definitivo debemos volver a mirar hacia el gigante asiático. Allí las autoridades empezaron a ponerse muy duras limitando por completo la minería en algunas de las regiones más importantes del mundo para esa actividad.
China, que concentraba el 65% del hashrate (la potencia informática para minar) iniciaba un contagio que pronto llegó a otros países. El cierre de granjas de minado se hizo habitual (Irán por ejemplo descubrió 7.000 ordenadores ilegales dedicadas a eso).
¿Por qué este odio hacia el Bitcoin? Dejando de lado los posibles efectos económicos (es decir, la especulación), los gobiernos están preocupados por el impacto medioambiental de este mercado.
Hoy en EnergyGO te queremos explicar cómo de grande es el daño ecológico de las criptomonedas, y qué se necesita para minar de forma individual y mucho más limpia.
Si está acaparando titulares es porque su fenómeno es peculiar. Mientras los gobiernos y las empresas luchan por alcanzar los objetivos medioambientales del futuro (en Europa la Hoja de Ruta 2050), los responsables de la minería van en dirección contraria.
Sujétate a la silla porque esto es de órdago. De acuerdo con Visual Capitalist, si el Bitcoin fuera un país ocuparía el puesto número 27 a nivel mundial en cuestión de consumo eléctrico: 129 TWh cada año (España genera 263 TWh).
Si lo ponemos en contexto es aún más dramático: el minado mundial consume más electricidad que todo México, Noruega o Suiza, y el doble que por ejemplo Chile en un año entero.
Nombre | población en millones | consumo anual en twh |
---|---|---|
China | 1.443 | 6.543 |
Estados Unidos | 330,2 | 3.989 |
Todos los datacenters | 205 | |
Nueva York | 19,3 | 161 |
Red Bitcoin | 129 | |
Noruega | 5,4 | 124 |
Bangladés | 166,7 | 70 |
12 | ||
5 |
Imagina un edificio entero, planta por planta, repleto de ordenadores haciendo cálculos automáticos y conectados a Internet. Eso es en realidad el Bitcoin; una actividad con más peso computacional que Google, Microsoft o la propia NASA.
Supongamos que te haces con un ordenador de sobremesa lo suficientemente potente para minar las 24 horas del día ininterrumpidamente y en exclusiva. Ya te advertimos que da igual la gráfica que tengas: te vas a quedar corto.
Ignorando la cantidad de monedas que serás capaz de generar, tu equipo tendría un consumo que iría desde los 50 hasta los 450 Wh (40KWh a la semana). Deberíamos tener en cuenta la discriminación horaria para hacer un cálculo más exacto.
No obstante, en dinero estaríamos hablando de unos 4,25 euros a la semana como precio de referencia para dedicarte a esto. Claro que, en ningún momento hemos hablado de minar por el coste en dinero. Lo importante aquí es el impacto medioambiental.
Y eso es algo, que aunque ya se está empezando a resolver con las energías renovables, todavía no puedes hacer tú solo desde casa. Ah, y aunque pudieras hacer algo, sería una migaja frente a la actividad de los gigantes.
La realidad es que la mayoría de datacenters de minería están ubicados en zonas muy frías porque ahí se requiere menos energía para trabajar, o en países donde la electricidad es barata y la moneda es débil (véase Latinoamérica).
Según Nature de 2018 (algo desactualizado pero igual de válido), manteniendo el antiguo ritmo de minado podríamos terminar aumentando la temperatura de la tierra nada más y nada menos que 2 grados en las próximas décadas. ¿Aún así te pica la curiosidad?
Cuando hablamos de minar nos referimos generalmente al proceso que conforma la generación de bitcoins. Pero esto no es como picar oro de una mina. Aquí hay muchos más procesos implicados.
Sin entrar en conceptos técnicos, nos topamos por un lado con la tarea computacional, es decir, resolver el “problema matemático” del bloque (en un intervalo aproximado de 10 minutos), y por otro la validación de tu posición ganadora.
Quien primero da con la respuesta se lleva el premio en divisas, pero para eso antes el resto de mineros tienen que dar su aprobado. Es un sistema cíclico que se replica a nivel mundial y millones de veces al día.
¿Dónde está el problema? En teoría solo necesitamos un ordenador capaz de procesar las ecuaciones y esperar a que suene la flauta. Eso en la teoría. La práctica nos dice que hace años que el minado dejó de ser rentable para los pequeños inversores.
Como el éxito de esta actividad está ligado directamente a la capacidad de procesamiento, por lógica de mercado, con el tiempo fue creciendo el coste de entrada. Los interesados tenían mejores herramientas y comenzaron a organizarse para elevar aún más el nivel.
Eso significa que, aunque sí que puedes empezar a minar con tu propio ordenador, no tendrás nada que hacer frente a las gigantescas granjas de minería que hay repartidas por todo el mundo.
La única forma viable (y rentable) de minar actualmente pasa por integrarse en una pool de minería. Estas no son más que una suerte de cooperativas en las que grupos de personas unen sus recursos para aumentar la capacidad de procesamiento.
La cosa no acaba ahí. En los vestigios de la moneda bastaba con la CPU para trabajar; pronto se pasó a la GPU (la tarjeta gráfica que empleas para jugar a videojuegos) y ahora estamos en la fase de los ASIC.
Estas siglas (Circuito Integrado para Aplicaciones Específicas) se utiliza para denominar a los nuevos hardwares diseñados específicamente para una tarea muy concreta. En el caso de las criptomonedas hablamos de minar.
Procesan mucho más rápido y aumentan las probabilidades de ganar en cada bloque. La cuestión es que, además de que hay distintos tipos para cada moneda (uno de Bitcoin no te valdrá para Litecoin, por ejemplo), son mucho más costosos que los equipos tradicionales.
Es verdad que un ASIC podrás minar la misma cantidad de bitcoin pero con una cuarta parte de la energía que consumiría una CPU normal, sin embargo sigue representando un problema energético.
Uno de los modelos más populares, el Antminer S19j de Bitmain, por ejemplo, presenta un consumo de unos 3.250W en una situación normal y cuesta unos increíbles 5.000 dólares. Eso solo su adquisición.
Si tomamos como referencia un precio medio del kWh de 0,16816 euros, y suponemos que lo tenemos conectado ininterrumpidamente durante todo un mes (lo normal), el aparato nos supondría un sobrecoste en la factura de 31,6 euros.
¿Quieres saber cómo afectaría eso al planeta? Puedes entrar en esta calculadora de CeroC02 y calcularlo tú mismo. Solo necesitas la potencia en kWh e indicar si empleas o no energías renovables.
Si has llegado hasta aquí estarás pensando que si el principal problema de las criptomonedas es lo que contamina la generación de electricidad que demandan para ser generadas, bastaría con emplear energías renovables en esa producción, ¿no?
Pues no te equivocas. En los últimos años se está produciendo un trasvase del modelo tradicional hacia el sostenible, con todo tipo de energías pujantes.
Para Nadine Damblon, CEO de HydroMiner, por ejemplo, la mejor alternativa son las hidráulicas (hasta un 62% de los mineros utilizan el agua como fuente de energía para producir la electricidad necesaria).
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Cambridge, en 2019 el 39% de la energía total consumida por las criptomonedas que funcionan a través de PoW (pruebas de trabajo), provinieron de energías renovables.
Existen iniciativas como el Grupo de Hash Rate Verde, bajo el Acuerdo Climático de Criptomonedas (CCA), promovido por Argo y DMG, que ya están trabajando para que en 2030 el 100% del minado corresponda a estas fuentes limpias.
Algo similar a lo que pretende el analista financiero Andrew Webber con el proyecto Digital Powe-Optimization (DPO), pensado en dar ideas sostenibles a los fabricantes de baterías para que estas alimenten la minería.
Como curiosidad, en Gales hay un empresario que está transformando el metano que genera el estiércol de sus vacas en electricidad para minar (concretamente Ethereum). Dos tercios los destina a las instalaciones y el restante a generar divisas.
En cualquier caso el minado de criptomonedas sigue siendo una actividad incompatible con los objetivos medioambientales para 2030 y 2050. Al comprar un bitcoin estás contaminando lo mismo que si cogieses un vuelo de Zurich a Berlín ida y vuelta.
Queda bajo la responsabilidad de cada uno elegir sus estrategias de inversión, claro. En EnergyGO te damos una alternativa 100% limpia y sostenible de energía eléctrica. Llama al 900 622 700 o entra en nuestra web y conócela.