En el tiempo actual en el que la mayoría de ciudadanos tiene preocupación por conservar el medioambiente también reina la desinformación en diferentes portales y redes sociales. Por ello, algunas de las cosas más básicas no se conocen e incluso se llegan a confundir.
Por otro lado, el "greenwashing" es una estrategia de marketing empleada por algunas empresas para dar la impresión de que son respetuosas con el medio ambiente, aunque en realidad no lo sean, y eso creo aún más confusión y polarización.
Esta táctica implica el uso de estrategias engañosas, como proporcionar información sin fuentes, resaltar únicamente aspectos "verdes" de sus productos mientras omiten otros menos sostenibles.
Aprovechan la creciente conciencia ambiental en la sociedad. Para evitar caer en esta artimaña, es fundamental mantenerse informado y buscar fuentes confiables cuando se trata de cuestiones ambientales.
Aunque la mayoría de las personas ya tienen claro qué si y qué no es verdad en cuanto al cuidado del medioambiente, puede que haya aún alguna duda sin resolver y que te puede confundir. No te preocupes, aquí desmentiremos todos los falsos mitos que lo rodean.
Existe la creencia de que ser más ambientalista implica un mayor coste para el bolsillo. Sin embargo, desde una perspectiva global, es justo lo contrario. Tener un enfoque ambientalista implica vivir de una manera menos consumista, evitando los gastos "tontos".
Al seguir un estilo de vida ambientalista, no se gasta más dinero, sino que se ahorra al enfocarse en la calidad del producto, su bajo impacto ambiental y su comercio justo, en lugar de simplemente optar por la opción más barata.
La idea de que el transporte público es caro se compara a menudo con tener un coche privado. Sin embargo, es importante recordar que el costo de tener un automóvil va más allá del gasto en gasolina e incluye la compra del vehículo, el seguro, el mantenimiento y las reparaciones.
Además, el uso masivo de vehículos tiene costes adicionales, como la contaminación del aire, la congestión vial y los accidentes. En comparación, el transporte público puede ser una opción más económica y sostenible.
La percepción de que los productos ecológicos son una invención de las empresas es incorrecta. La agricultura ecológica tiene raíces históricas y se basa en prácticas agrícolas que existían mucho antes de la llegada de los fertilizantes químicos y los pesticidas.
Además, los sellos oficiales que certifican los productos ecológicos están regulados por la Unión Europea y requieren un compromiso riguroso por parte de los productores, que están sujetos a estrictos controles.
La creencia de que es necesario consumir carne todos los días para obtener suficientes proteínas no es exacta. España tiene uno de los mayores consumos per cápita de carne, que supera las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud aunque está descendiendo.
Existen numerosos alimentos de origen vegetal ricos en proteínas, como las legumbres, que pueden satisfacer las necesidades nutricionales sin la necesidad de consumir carne diariamente.
La idea de que bañarse es más eficiente que ducharse no es correcta en términos de consumo de agua.
En realidad, una ducha de cinco minutos consume de 30 a 50 litros de agua, mientras que un baño puede requerir de 250 a 300 litros. Por lo tanto, en términos de conservación del agua y ahorro económico, una ducha corta suele ser más beneficiosa.
La creencia de que el agua embotellada es más saludable que el agua del grifo no siempre es cierta.
Los estudios comparativos han demostrado que no hay grandes diferencias de calidad entre ambas, a menos que el suministro de agua del grifo esté desaconsejado en una determinada área debido a problemas de contaminación.
Las campañas publicitarias han contribuido a la percepción de que el agua embotellada es más pura, pero en ocasiones también puede contener sustancias químicas o bacterias, lo que demuestra que no siempre es la mejor opción.
La creencia de que mantener la calefacción a una temperatura constante consume menos energía que apagarla y encenderla cuando es necesario es un malentendido.
Es preferible apagar o reducir la temperatura de la calefacción cuando no estamos en casa o durante la noche, ya que esto ahorra energía y reduce los costos de calefacción.
La idea de que dejar las bombillas de bajo consumo encendidas consume menos energía que apagarlas y encenderlas cada vez que se necesitan es falsa.
Los sistemas modernos de encendido de fluorescentes tienen un consumo insignificante cuando se encienden, por lo que apagar las luces cuando no se utilizan sigue siendo una práctica eficiente en términos de ahorro de energía.
La idea de que separar los residuos es una pérdida de tiempo porque "al final se mezclan todos en el camión" es incorrecta.
Los residuos separados, como el papel y el vidrio, se destinan a instalaciones de reciclaje específicas donde se procesan de manera eficiente y se convierten en materiales reciclados que se utilizan para fabricar nuevos productos.
Estos y más mitos acaban siendo muy extendidos en redes sociales como Twitter, WhatsApp o incluso tu cuñado en las cenas familiares, pero no son ciertos. Aportar tu pequeño grano de arena nunca será malo. Con que cada uno haga un poco, conseguiremos bastante.
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