La lectura estimada es un cálculo aproximado del consumo del usuario que realiza la distribuidora de luz en base a un periodo de tiempo concreto. Para realizar este cálculo la empresa se basa en el consumo habitual que realiza ese usuario. Una vez que la distribuidora hace la lectura estimada de luz, accede al contador y hace una nueva factura basada en el consumo real que ha tenido esa persona.
Este tipo de lectura se lleva a cabo porque muchas distribuidoras no tienen acceso a los contadores y esto les impide hacer una lectura real de forma directa. Al realizar la lectura estimada pueden generar una factura y cuando esto ocurre los usuarios tienen dos opciones. Si el consumo real es inferior al estimado se devuelve la diferencia al consumidor, pero si es superior, el usuario tendrá que abonar el dinero restante.
En ocasiones ocurre que el cliente no está conforme con la lectura estimada que realiza la distribuidora. En ese caso, el consumidor debe contactar con la comercializadora que pondrá una reclamación a la distribuidora y posteriormente se pondrá en contacto con el consumidor para notificarle la respuesta que ha dado la empresa que ha realizado la lectura estimada. En este caso la empresa comercializadora actúa como intermediaria entre el cliente y la distribuidora.
En el mes de febrero de 2012 se optó por una solución que acabara con la lectura estimada de luz y aportara datos reales de consumo.
Esta solución consistió en sustituir a los contadores habituales por contadores inteligentes que aportaran información en tiempo real. Además, esa normativa indicaba que a finales de 2018 todos los contadores antiguos deberían ser sustituidos.
A pesar de que esta medida sí ha dado resultados, todavía hay consumidores que reciben una lectura estimada con contador inteligente, aunque esto suele ocurrir cuando pasados dos meses la empresa distribuidora no tiene datos sobre el consumo de un usuario.
