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¿Y si me quiero dar un baño en noviembre? ¿Y si las noches de agosto son más frías de lo esperado? Desde hace ya muchos años el tema de la "temporada de baño", al menos en lo que respecta a los hogares, está desligado de fechas específicas por temperaturas.
Las piscinas públicas y comunitarias suelen abrir a principios de junio y prolongan sus servicios hasta mediados de septiembre; son las semanas más calurosas del año y las que se consideran más propicias para darse un chapuzón. En casa el asunto es bien distinto.
Tener una piscina propia te permite establecer tu propia temporada de baño sin depender de la temperatura. Para eso, claro, necesitas o bien contar con una cubierta que te aísle del frío, o bien disponer de paneles solares para piscinas.
Esto último, aunque te parezca un poco extravagante, es más habitual de lo que parece. De hecho el uso de energía solar para la climatización de las piscinas se ha extendido notablemente en los últimos años. Hoy son muchas las casas que disfrutan del baño de forma prolongada.
¿De qué beneficio en margen hablamos? Pues dependiendo del clima de la zona en la que se encuentre la piscina, los paneles solares podrían llegar a facilitar el baño entre los meses de marzo y octubre. Siempre con muchas comillas, claro.
A diferencia de lo que sucede con las placas fotovoltaicas tradicionales, los paneles solares para piscina sí cuentan con un sistema de almacenamiento propio. No nos referimos a la propia radiación solar, sino al medio al que transmiten la temperatura.
En un sistema normal las celdas fotovoltaicas ceden la energía al circuito eléctrico haciéndola pasar por un inversor para obtener la corriente alterna necesaria. Y en la piscina los paneles transmiten el calor acumulado directamente al agua.
Para que lo entiendas tenemos que diferenciar los dos principales tipos de paneles solares para piscinas. Es así porque cada uno funciona de una forma distinta.
Los paneles solares o captadores están recorridos por unas tuberías más anchas de lo normal. Por ellas se hace transitar agua que va recogiendo la temperatura acumulada por las celdas fotovoltaicas.
Lógicamente, estos paneles suelen estar fabricados con PVC y otros materiales resistentes a la corrosión del cloro —o sal— que lleva el agua. ¿Y ahora qué? En nuestro sistema contamos con una bomba de circulación y dos sondas de temperatura.
Estos sensores no dejan de ser termostatos diferenciales. Uno se coloca a la salida del circuito de los paneles y otro en la salida del agua fría de la piscina. Ambas mediciones se cruzan para detectar diferencias positivas de temperatura. En ese momento se activa la centralita.
El sistema mandará un pulso eléctrico a la bomba de circulación para que ponga en marcha el sistema. Con eso el agua de los paneles comienza a moverse hacia la piscina y el de la piscina se traslada a los paneles. Este primer líquido dejará su temperatura en la zona de baño.
Irá perdiendo temperatura por simple contacto con el aire y llegará al umbral que, de nuevo, hará saltar al sensor diferencial poniendo en circulación otra vez todo el sistema.
Estos paneles solares para piscina operan en circuitos que siguen el mismo principio ya visto. Es decir, que activan la circulación cuando las sondas detectan diferencias de temperatura notables entre la salida del agua de la piscina y la salida de los paneles.
Si se clasifican por separado es solo porque cuentan con dos circuitos. Por el primero pasa el glicol (un líquido termostático). Este es el que recorre los paneles y obtiene el calor de la radiación. Para traspasar la temperatura al agua viaja hasta un intercambiador de placas.
Ahí se encuentra con el circuito por el que pasa el agua de la piscina. Se transfieren los grados de un líquido a otro y este glicol regresa por donde ha venido para volver a calentarse. Lo demás es igual que en los circuitos abiertos.
Esta alternativa es algo más eficiente y permite obtener temperaturas óptimas para el baño durante más días al año. Piensa que el glicol es más sensible y que puede recoger más calor de las placas que el agua de las tuberías de plástico.
Los circuitos cerrados por eso se suelen ver más en piscinas climatizadas o interiores, que deben su servicio los 365 días del año. En dichos sistemas las placas empleadas son las mismas que en las infraestructuras fotovoltaicas para calefacción o ACS.
Lo importante es dimensionar bien. O en otras palabras, saber contextualizar tu piscina, el uso que le das y lo que estás dispuesto a pagar para ser lo más eficiente posible. Desde la tienda online de climatización Caloronline nos lo resumen en tres puntos:
En cuanto a elementos, lo normal es contar con las propias placas, manguitos y fijaciones, la centralita, la bomba de circulación, tuberías de ida y de retorno, sondas, filtros, juegos de purga y vaciado y válvulas antirretorno.
Luego está el tema del tipo de placas. Ya hemos dicho que son especiales y que vienen sin ningún tipo de cubierta o material aislante. De apostar por paneles metálicos normales, tendrás que controlar el pH del agua. Aquí solo te vale el cobre y en según qué rangos.
Las placas no necesitan protección porque no suelen operar con temperaturas superiores en ningún caso a los 30ºC. Así se logra que capten más radiación, reduciendo la cantidad de unidades necesarias para el sistema.
¿Y qué pasa con la degradación? Los rayos ultravioletas van desgastando el plástico. El truco aquí está en un proceso de fabricación especial que apuesta por añadir aditivos especiales a los materiales (polipropileno, polietileno) para que ganen resistencia a los rayos del sol.
Lo de utilizar la bomba de depuración o una bomba de circulación a parte es más importante de lo que parece. Esto determinará la potencia del caudal del agua y así la temperatura que llega a la piscina y a los paneles. Recordemos que debe ser inferior a 30ºC.
Se aconseja que el caudal sea de unos 300 l/h en piscinas de dimensiones contenidas. Con esto te aseguras de que la temperatura está controlada y que no se producen saltos térmicos importantes. Estos podrían degradar el sistema y terminar estropeándolo.
Si vas a utilizar la propia bomba de la depuradora, haz caso a pies juntillas al fabricante. De ignorarlo podrías encontrarte con faltas de potencia del orden de 20 a 60 cm de columna de agua según el caudal.
Es mucho más relevante de lo que parece. Colocar mal el filtro de agua puede empujarte al desastre total. ¿Dónde se pone? Siempre entre la bomba de circulación y los captadores o paneles.
El agua pasaría primero por la bomba, luego por el filtro y finalmente por los captadores. Así se evitan posible sobrepresiones. Hay variaciones dependiendo del fabricante, pero las indicaciones generales son las mencionadas.
La pregunta del siglo. Aquí volvemos al tema del redimensionamiento. Valora la radiación solar que recibe tu piscina, las temperaturas medias de la zona, el confort que quieres para el agua, la cantidad de viento, y hasta us preferencias a nivel de uso en calendario.
Para simplificarlo, aquí te dejamos una fórmula mágica. Recuerda que solo son cifras orientativas y que la última palabra la tendrá siempre la empresa instaladora:
0,3 m2 de paneles solares * m3 de agua en el sistema * m3 de agua de la piscina
El objetivo es obtener porcentaje estimado de superficie que ocuparemos con los colectores respecto a las dimensiones de la piscina. Cuanto más calor haga en tu zona, pues menos paneles necesitarás, y al revés.
Estas cifras son aproximaciones de Reformas Coruña y no pueden ser tomadas como generalizaciones en ningún caso.
No te dejes llevar. ¿A cuántos grados pones el agua de la ducha? Igual que no la llevas a ebullición ahí, no tienes por qué caldearla para cocerte en la piscina. Obviamente encontrarás el confort en un rango o en otro dependiendo de la temperatura ambiente.
Ten en cuenta que si buscas la segunda temperatura en una piscina situada, por ejemplo, en Tenerife, terminarás generando malestar entre los usuarios que vayan a bañar. Y lo mismo al revés.
De media los paneles solares para piscina te van a permitir aumentar la temperatura del agua de 4 a 8ºC. Valóralo a la hora de echar cuentas y de elegir el kit que mejor encaje con tus necesidades.
Hay mil y un presupuestos. Cada colector te puede costar del orden de 150 euros. Lo que pasa es que luego a esa cifra tienes que sumarle la multiplicación debida, el resto de componentes, y sí, el coste de la instalación. Es ahí donde se dispara un poco la inversión.
¿Merece la pena? Sí y mucho. Amortizarás el precio en unos 5 - 8 años y tendrás un sistema eficiente para tu instalación durante al menos tres décadas. En ese tiempo el coste de mantenimiento será casi inexistente.
Piensa que la instalar placas solares para piscina te estarás ahorrando hasta un 70% del coste de calefacción por métodos menos sostenibles. Y ya, si quieres terminar de redondear la jugada, valora combinar tus colectores con una bomba de aerotermia.
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