Encontrar el modo más eficiente de conservar los alimentos no es nuevo. Los pueblos más milenarios ya buscaban la forma más fácil y segura de mantener la comida en buen estado. Esto ha avanzado y ahora gracias a la electricidad y las máquinas se ha simplificado.
Todos nos hemos hecho la misma pregunta cuando cogemos algo del "frigo" ¿Está demasiado fría la nevera o más bien poco? Hay muchos factores que influyen en la temperatura ideal de la nevera de tu casa.
Lo normal es no saber cuál es el nivel al que debemos configurar el frigorífico para que mantenga los alimentos frescos. Hay que tenerlo en cuenta ya que, si la temperatura es demasiado alta, la comida no aguantará el calor y se acabará pudriendo.
Por el contrario, tampoco es recomendable que subas la potencia para tener una temperatura demasiado baja. Los productos más delicados podrían llegar a crear escarcha. Y lo que es más importante: el consumo de energía se dispararía.
Hoy, la eficiencia energética de la nevera depende, y mucho, del uso que le des. Por eso debes saber a qué temperatura ajustar la nevera para garantizar la conservación de los alimentos. De esta forma el planeta también sale ganando al reducir su huella energética.
De hecho, el consumo del frigorífico puede llegar a suponer entre un 15 y 30% de la factura anual. Peor si encima le sumas que la pones al máximo para tener una temperatura más baja en la nevera.
Aclaremos una cosa: cada alimento necesita una temperatura diferente: más frío no es siempre mejor. Queremos hacer especial hincapié en esto porque muchas personas consideran que bajar los grados al mínimo en verano es lo mejor.
Tu frigorífico tiene que estar a una temperatura de entre 3 y 5 ºC. Es recomendable que no la bajes más porque estarías aumentando su consumo. Recuerda que las neveras más modernas cuentan con distintos modos de enfriamiento.
El nivel ECO es, como puedes intuir, el más ecológico y económico. Tampoco viene bien que los alimentos estén prácticamente a temperatura ambiente o algo “frescos”. En estas situaciones es cuando se da la proliferación de bacterias y parásitos.
Hoy casi todas las neveras incluyen diferentes compartimentos para guardar ciertos tipos de alimentos (la verdura, la carne o el pescado). En estos cajones el control de humedad y de temperatura suele configurarse de manera independiente.
Aunque no lo creas, su colocación no es aleatoria porque no todos los espacios del frigorífico mantienen la misma temperatura. Esta disposición mejora el rendimiento de tu nevera en los meses de calor.
Los estantes especiales se sitúan en la parte más fría de la nevera: el estante de abajo. Ahí es donde tienes que colocar todos los alimentos que sean perecederos y más “frágiles”, como la carne y el pescado.
El resto de los productos (menos las verduras y las frutas) debes distribuirlas en las baldas medias y superiores. La puerta, en cambio, es el espacio menos frío en la nevera. En ese espacio puedes colocar las bebidas, mantequillas, mermeladas y salsas.
Antes excluíamos las verduras y las frutas porque tienen un espacio “VIP”: los cajones. En ellos la temperatura es la ideal para mantener las manzanas, plátanos, cerezas, lechugas o cualquier otro alimento que consumas.
Una cosa a tener en cuenta es que, en ocasiones, no te va a bastar con configurar el frigorífico para bajar su temperatura. Tienes que prestar atención a lo que introduces para que no esté muy lleno y necesite trabajar más para llegar al mismo resultado.
Dicho esto, a continuación te dejamos unos consejos para que manteng
as la temperatura de la nevera y que tu factura de la luz no suba mucho.
A nadie le gusta estar apretujado ni pegado a otra persona en verano ¿verdad? Pues a la comida tampoco. Lo mejor es que dejes espacio entre los alimentos. El aire frío que produce el frigorífico no se moverá de forma adecuada si no tiene por dónde pasar.
Nunca, pero nunca metas comida calientes en el frigorífico. Esto lo que producirá es que la temperatura interior aumente. Te recomendemos que dejes enfriar a temperatura ambiente lo que acabes de cocinar antes de ponerlo a enfriar.
Asegúrate bien bien de que has cerrado la puerta a cal y canto. A todos nos ha pasado, no te das cuenta y se queda entreabierta. Tampoco te plantes delante de la nevera a mirar qué hay, coge el alimento que necesites y cierra la puerta lo antes posible para mantener la temperatura.
Y ya por último, pero no menos importante: Límpiala y descongélala a menudo para que no se acumule hielo ni se queden tupidas las salidas de aire frío.
Con estos sencillos pasos conseguirás una mayor eficiencia en tu nevera y mantendrás la temperatura ideal durante todo el verano sin ver cómo tu factura sube sin parar.
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