Conoce la definición de Equilibrio ecológico

06 Abril 2021 - Actualizado 12 Junio 2024
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Tenemos la gran fortuna de que nos ha tocado vivir entre las generaciones que, de una vez por todas, han decidido dar un paso adelante para devolverle a la naturaleza lo que es suyo. Este afán nuestro por conseguir que el planeta Tierra vuelva a ser lo que fue antes de la sobreexplotación a la que le ha sometido el ser humano ha hecho que surjan nuevos conceptos como el de equilibrio ecológico. Está claro que tenemos que vivir, pero si podemos hacerlo de un modo mucho menos dañino para nuestro entorno… ¿por qué no hacerlo bien de una vez por todas?

¿Qué es el equilibrio ecológico?

El equilibrio ecológico es un estado deseable de nuestro entorno, totalmente saludable en función a parámetros previamente prefijados. Deseable, decimos, porque es el estado natural de aquellos entornos en los que no hay intervención humana. Sin embargo, nuestra actividad suele alterar este equilibrio, habitualmente porque pretende sacar un rendimiento económico de ellos. Eso sí, del mismo modo que nuestra intervención en el entorno suele resultar negativa, también puede ser positiva si nos lo proponemos. Alcanzar el equilibrio ecológico no es imposible, solo hay que ponerle ganas.

¿Cuáles son las características de un equilibrio ecológico?

El equilibrio ecológico tiene una serie de rasgos que lo diferencian de otros conceptos medioambientales, algunos de ellos están relacionados con factores como el impacto ambiental que pueden provocar que no se produzca una compensación de los entornos naturales.

La primera característica del propio equilibrio ecológico es que está formado por un conjunto de ciclos que buscan la compensación y la autorregulación de la naturaleza. Otro rasgo es su propia exposición a las alteraciones que se producen de forma repentina y que no pueden ser compensadas con posterioridad como ocurre con los desastres naturales.

Otra característica destacada es que el factor que más afecta al equilibrio ecológico es la actividad humana, sobre todo aquella que tiene un mayor impacto como la producción de energía a gran escala, la industria pesada o los planes que se diseñan para la obtención de materia prima. De hecho, el consumo de energía que se tiene actualmente afecta en gran medida al propio medio ambiente.

Otro rasgo que está muy relacionado con el anterior es la conexión que tienen todos los elementos que forman un ecosistema, esto provoca que si se produce una pérdida del equilibrio ecológico pueda haber una destrucción de ecosistemas o una extinción de especies.

En este sentido, también puede haber desequilibrios en las cadenas alimentarias o en la generación de materia inorgánica. Además, hay que tener en cuenta que una vez que se rompe el equilibrio ecológico tienen que pasar cientos de años para que se vuelva a restablecer y en ocasiones nunca se regresa a ese equilibrio inicial.

¿Cómo podemos mantener un equilibrio ecológico saludable?

Si de verdad queremos alcanzar un equilibrio ecológico, debemos ser consciente de lo problemático que resulta para nuestro planeta que nos pongamos freno a ciertas actividades.

  • Hay que empezar a usar nuestros recursos con cabeza: utilizar energías renovables, desechar toda aquella forma de producir bienes que daña a la Tierra y encontrar la forma de reciclar todos los desechos de los que todavía puede sacarse algo más.
  • Debemos realizar evaluaciones de impacto ambiental de nuestras actividades industriales y corregir todo aquello que no estemos haciendo bien.

La educación ambiental es una de las mejores inversiones de futuro que podemos hacer. Que los niños de hoy aprendan a ser adultos responsables desde pequeños será lo que les salve de tener que andar como estamos nosotros ahora.

¿Qué factores afectan el equilibrio ecológico?

Una de las características del equilibrio ecológico es que está permanentemente expuesto a factores que pueden descompensarlo. Estos son algunos de los que inciden en mayor medida.

El primero de ello es la propia actividad humana que recae sobre elementos como el uso del suelo. Actividades como la minería, la ganadería o la agricultura contribuyen a la deforestación y a la degeneración de la biodiversidad y de los ecosistemas.

Otro factor importante es el cambio climático, las emisiones de CO2 modifican las temperaturas y tiene efectos sobre la supervivencia de las especies y sobre el buen estado de los fondos marinos. La contaminación es otro efecto que degrada los ecosistemas.

La explotación de los recursos naturales propiciada por el modelo económico actual ha incidido sobre el estado de los ecosistemas y sobre la permanencia de muchas especies, además de actividades como la pesca o la caza. Finalmente, aparece un factor que pasa desapercibido y es la introducción de especies invasoras que reducen las poblaciones de las especies originarias de un ecosistema concreto y dañan al propio entorno natural.