Ya sabemos que un ventilador no genera aire frío, sino que solo lo mueve (y por eso resulta menos práctico en días de mucho calor). En cuanto se apaga, la estancia en la que estuviera recupera su sensación climática.
El aire acondicionado expulsa aire frío, aunque al contrario de lo que se suele pensar, no lo genera de la nada. Lo que hace en realidad es extraer el calor del aire de la habitación para dejar solo lo que nos interesa: el fresquito.
Esto lo consigue, entre otras muchas cosas (el funcionamiento es algo complicado de simplificar) mediante un compresor; el aparato que convierte los gases refrigerantes en líquidos y expulsa el calor retirado del interior.
No es magia, solo un aprovechamiento de las leyes de la termodinámica. En cristiano: un sistema que convierte los fluidos compresibles (en este caso gases) haciéndolos acelerar con energía cinética, y posteriormente expulsándolos.
Los gases de los que hablamos son los que en el interior de la habitación habrán previamente intercambiado su temperatura con el calor que queremos eliminar (de ahí que tengan que ser gases).
¿Por qué nos interesa el compresor? Además de proporcionar la característica estética a las fachadas de miles de edificios en España, es sobre el que están actuando las empresas para tratar de mejorar la eficiencia de los aires acondicionados.
Y aquí es por fin cuando llegamos al meollo de la cuestión: el inversor. Si te interesa ahorrar en la factura de la luz ahora que llega el verano y con él “la calor”, sigue leyendo.
A principios de los años 80 los ingenieros de Toshiba lograron dar con una solución al elevado consumo energético de sus productos. Era el inverter, una tecnología capaz de forzar al compresor a funcionar constantemente.
Un aire acondicionado tradicional arranca y para constantemente de acuerdo con las variaciones de temperatura. Ya te puedes imaginar lo que eso supone en cuestión de consumo eléctrico.
Al mantener el compresor en marcha, el inverter consigue, por un lado que no haya parones y por lo tanto picos de consumo, y por otro se asegura de que la temperatura se mantiene más o menos estable mientras está encendido.
“Elimina las continuas transiciones marcha/paro, trabaja la mayor parte del tiempo a cargas parciales inferiores al 100% de su potencia nominal llegando incluso hasta una potencia mínima de 10% en algunos modelos”, señala la compañía japonesa.
Con el inverter se consigue lo que toda la vida se ha llamado “ni frío ni calor”, esa sensación que tienes yendo en manga corta por la calle una noche de finales de junio. Ahora imagínatelo en casa y con un plus añadido de ahorro económico.
No hay ningún argumento comercial que pueda con la seguridad de la zona de confort (hablando de temperatura). Los modelos que tienen esta tecnología garantizan que el termómetro oscile siempre en ese margen agradable.
Ahora bien, si el inverter mantiene el compresor todo el rato en funcionamiento ¿eso no supondrá más gasto? Ya hemos visto qué efecto tiene sobre la factura la nevera, el único electrodoméstico que tenemos en casa encendido 24/7.
Estos aires acondicionados, sin embargo, operan desde la eficiencia. Sin mucha ni poca energía, la justa y necesaria para ahorrar. Toshiba los compara con la revolución que supuso la tecnología LED en iluminación, y no es para menos.
El inverter, además de regular el compresor, se asegura de que el resto de componentes trabajan en la zona óptima de eficiencia (ventilador, Split y demás), y arranca antes el mecanismo para conseguir llegar a la temperatura que quieres más rápido.
Que sea el invento del siglo en materia de enfriamiento no significa que vaya a funcionar a la perfección en cualquier situación. Es más, si lo tienes en casa sin saberlo, lo más seguro es que lo estés utilizando de forma incorrecta.
Es muy sencillo: si el inverter regula el funcionamiento del compresor para evitar picos de temperatura, necesitará algo de tiempo para conseguir la estabilización que lo caracteriza.
La costumbre en muchos casos nos lleva a encender al aire acondicionado a tope, y tras haber llegado a la temperatura que queremos, apagarlo. Haciendo eso estarás impidiendo que el inverter pueda entrar en acción.
¿Cuál es la solución? Aunque te parezca que estás gastando de más, trata de dejar el aparato encendido todo el tiempo que vayas a estar en esa estancia. Como opera en un régimen de eficiencia, no tendrás sustos.
El inverter impedirá que llegues a esa sensación típica de frío que te lleva a desconectar el aire. Estarás cómodo, pero ni notarás que el dispositivo es el que se está encargando de regular la temperatura.
Imaginar hoy un aire acondicionado sin inverter es como pensar en un sistema de calefacción que funciona quemando cosas. Actualmente la gran mayoría de los modelos llevan esta tecnología y probablemente la tengas instalada en casa sin saberlo.
Vamos, que lo más seguro es que te estés ahorrando un buen dinero cada mes en tu factura de la luz. ¿De cuánto hablamos? Las marcas manejan una reducción de consumo de entre el 40 y el 50%. Pero eso no es su único beneficio:
Muchas ventajas, pero ¿y si se avería? Normalmente la casa te lo reparará sin problemas. En caso de que vayas a un servicio técnico particular, a lo mejor tienen más complicaciones para arreglarlo.
La recomendación es que el aire acondicionado inverter pase a revisión cada 6 meses aproximadamente. Con eso te evitarás cualquier posible susto.
Es lo de siempre, lees y te informas pero cuando llega el momento de comprar no te quedan claras las diferencias entre uno y otro modelo. No hace falta que te digamos que elegir un producto por su diseño es un error garrafal.
En la actualidad (hay más pero son más específicos) se suelen ofrecer tres tipos de aires acondicionados inverter. Elige el que necesites dependiendo de tu domicilio y de tus costumbres:
Cualquiera de estas opciones te saldrá lógicamente más cara que un modelo tradicional de climatización fija, pero como te venimos diciendo con este tipo de aparatos, la solución sostenible se amortiza sola en el tiempo.
Un aire acondicionado inverter te puede costar 200 euros más caro de media que uno que no lo sea. pero es cuestión de meses que el ahorro energético se termine traduciendo en la recuperación del sobrecoste.
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